La Real Academia Española recibe un encargo
Estos días todos los ojos apuntan a la RAE. Sin quererlo, la Real Academia Española de la Lengua se ha convertido en el foco de atención mediático a raíz de la petición que la semana pasada realizó la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Igualdad, Carmen Calvo, para que la legendaria institución revisara la Constitución española, cuyo lenguaje es considerado (por algunos) no inclusivo con la mujer y por tanto machista.
La ministra afirma que:
«La redacción de la Constitución en masculino se corresponde con una sociedad de hace 40 años y hablar en masculino traslada al cerebro solamente imágenes masculinas».
Ciudadanos y ciudadanas
En realidad, el supuesto machismo que se atribuye a la Carta Magna tiene su origen en el uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. El uso genérico del masculino está basado en el principio de economía del lenguaje y en evitar desdoblamientos innecesarios y farragosos. (Más información aquí).
Me pregunto si -discurso feminista aparte- alguien estaría dispuesto a hablar así:
«Los padres y las madres recogieron a sus hijos y a sus hijas para llevarlos con sus abuelos y abuelas».
¿Un poco ridículo no? esperemos no llegar a este nivel de friquismo.
Una de las opciones que se barajan (oficialmente la RAE ya ha digerido, metabolizado y se encuentra en pleno diagnóstico de la sorpresa) es utilizar referencias genéricas como «ciudadanía» para referirse a ambos sexos. Esta sería una de las fórmulas más apropiadas para zanjar la polémica.
La diatriba no se ha hecho esperar siendo uno de los más críticos con esta situación el miembro de la Docta casa Arturo Pérez Reverte, quien ha dejado claro que si se realiza dicho estudio abrirá la puerta y se largará de la Real Academia dando un sonoro portazo. Así comunicaba sus intenciones de abandonar la RAE, respondiendo este tweet.
Por otro lado Darío Villanueva, director de la RAE, a pesar de encontrarse entre «la pluma» y la pared parece más templado que su colega Pérez Reverte cuando afirma que «El problema está en confundir la gramática con el machismo» y no le falta razón.
Comenta él:
“Las lenguas se rigen por un principio de economía; el uso sistemático de los dobletes, como miembro y miembra, acaba destruyendo esa esencia económica. Las falsas soluciones, como las que proponen poner en lugar del ‘o’ y el ‘a’, el ‘e’, me parecen absurdas, ridículas y totalmente inoperativas”
La lengua evoluciona y el diccionario da fe de ello… a su ritmo
En masculino y en femenino evoluciona, para lo bueno y para lo malo el diccionario evoluciona aunque a no todos gusten sus palabras. Por ejemplo, los Jesuitas se empeñan en que se retire jesuítico en su acepción de hipócrita.
Hay que reconocer que los nuevos tiempos son cada vez más democráticos en lo que a igualdad de género se refiere; este debate sobre la preponderancia del masculino en la Constitución sería impensable hace 25 años. El diccionario no está desfasado, simplemente tiene que ser muy cuidadoso a la hora de dar luz verde a un neologismo, haciéndole un seguimiento previo. Ya lo dice Darío Villanueva, el diccionario «no inventa, no propone, no impone, no induce el uso de las palabras, sino que recoge las que la sociedad genera».
Lo hemos dicho muchas veces en este blog, la lengua es un ente vivo en constante transformación. Se nutre de nuestras propias creaciones, luego los académicos deciden si la palabra la encontraremos negro sobre blanco en el diccionario, como se debate ahora con «machirulo«.
Si te ha parecido interesante lo que has leído, te aconsejamos el post Ellos y ellas, todos y todas.
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