Mi español a punto en 23 días

Running + música española: un buen cóctel para empezar el día.

Running + música española: un buen cóctel para empezar el día.

Colette Granṱon trabaja en el departamento de marketing online de una firma internacional de moda. Nos ha escrito para contarnos su experiencia aprendiendo español, o mejor dicho la «puesta a punto» de lo que ya sabía. El artículo que puedes leer a continuación demuestra una vez más que, como decimos en España, «querer es poder».

 

He estudiado varias lenguas extranjeras. Primero fue el inglés, el cual hablo de manera fluida en mi trabajo. Empecé a estudiar español cuando me matriculé en la École de Commerce de Grenoble a los 19 años, pero después de 3 años y habiendo alcanzado un nivel avanzado lo fui dejando un poco de lado. Con esto quiero decir que el español no era mi primera lengua extranjera cuando empecé a estudiarlo pero hablar inglés me ayudó a aprenderlo mejor.

En el verano de 2008 una amiga española me invitó a su casa en Santander, Cantabria, durante el mes de Julio. Fue una experiencia maravillosa. Como olvidar los paseos por El Sardinero, la playa de Bikinis, salir a cenar por la noche o la vida nocturna de Cañadío con aquellos divertidos locales y la gente simpática que pronto se convirtieron en amigos. Me llamó mucho la atención el  movimiento y el buen ambiente que tenía la ciudad, fue un descubrimiento para mí. Además, es increíble lo rápido que se aprende el idioma cuando te lo pasas bien y… ¿Quién me iba a decir a mí que en Cantabria había a tan solo una hora una estación de ski? En Grenoble es muy habitual esquiar, yo lo hago desde los 3 años y por eso, aunque no hubiera nieve fuimos de excursión a la estación de Alto Campoo y visitando también sus pueblos de montaña.

Este verano quise repetir la experiencia, volver a Cantabria, retomar el idioma español pero esta vez yendo sola y alojándome en algún sitio bonito. Elegí el pueblo de Comillas, a media hora de Santander.

Mi objetivo era poner mi español a punto en 23 días. Para ello diseñé una entretenida rutina diaria:

Nada más levantarme y antes de desayunar, salía a correr 45 minutos por los alrededores del pueblo (adjunto foto). Me acompañaba la música española en mi MP3. Música pegadiza que solía oír cuando empecé a estudiar español. Las canciones son una manera ideal para recordar la entonación del español y si los que cantan (y yo con ellos también) son Mecano,  mucho mejor.

La hora de comer era el momento para practicar el «listening» y el «speaking». Al cabo de pocos días habíamos hecho un grupo formado por estudiantes extranjeros europeos que asistían a clases de español y también amigos españoles que estaban de veraneo o que vivían allí. Pusimos una regla: nadie debía hablar despacio. Cada uno a su ritmo natural. Sin querer, creamos un juego al que llamamos «speak or starve», «habla o pasa hambre». La hora de la comida transcurría como una clase práctica en la que nos esforzábamos por aprender y captar el máximo de información.

Muchas tardes cuando no nos acercábamos a Somo para hacer surf, las dedicaba a la lectura, comencé a leer El tiempo entre costuras. En un principio creí que cuanto más complicada fuera la lectura mejor iba a enriquecer mi vocabulario y gramática, pero aunque suene raro en un adulto, descubrí que leer los libros para niños especialmente si son historias que ya conoces es una manera genial de repasar vocabulario y de no tener que estar abriendo el diccionario cada poco, ya que el contexto de la historia te enseña el significado de las palabras.

Ya en la última semana, me tomé como una práctica personal el recorrer las tiendas de moda del centro de Santander (soy una apasionada de la moda española y me interesa mucho el mercado español). Así intercambiaba impresiones con los vendedores sobre tendencias, materiales… ¡no podía evitar apuntar las palabras nuevas al salir por la puerta!

Al final del día tengo costumbre de escribir en mi diario. Como práctica durante estos 23 días empecé a hacerlo en español, apuntando las expresiones y vocabulario nuevo: «partido de palas en la playa del Camello a las 17.00», «echarse la siesta un rato», «el mar bravo» o «tapeo por el casco viejo». Apuntar las frases hechas que has aprendido te sirve de repaso y mejora tu confianza cuando hablas con los demás.

Después de pasar 23 días en Cantabria, mis compañeros de trabajo en Grenoble se sorprendieron de mi soltura hablando español. ¡Creyeron que venía de un curso intensivo todo el verano!

Espero que a alguien le ayuden estas ideas para practicar español.

Gracias al equipo de Syllabus por dejarme escribir en vuestro blog y por las correcciones (S’il vous plaît) que hagáis en este texto.

Colette.

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