LOS ESPAÑOLES EN EL MUNDO EN PAUSA

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Decía Hemingway que «el océano merece que se escriba sobre él tanto como lo merece el hombre» y tenía razón, sobre el hombre se ha escrito mucho y nos acordamos mucho de «él» cuando nos vemos amenazados por algún terror desconocido o infravalorado, que se ha hecho viral -como se dice ahora- y nunca mejor dicho.

Todo el planeta parece haber entrado en una suerte de conexión empática a raíz del Coronavirus. En las últimas semanas las circunstancias (las cifras, la incertidumbre, el aislamiento) han disparado nuestra consciencia del ahora, porque ha sido ahora cuando hemos descubierto que tenemos menos poder del que creíamos. Somos vulnerables. Efímeros como los copos de nieve que caen sobre un charco.

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LA AMENAZA DE UNA PANDEMIA

Después del chute de pánico colectivo de mediados del mes pasado, los españoles hemos reaccionado encerrándonos en nuestras casas a «cal y canto» -y mira que nos gusta la calle- sin perder la esperanza, ayudando al vecino si lo necesitaba, animándonos entre nosotros, sacando nuestra actitud más positiva y contagiándonos de agradecimiento. Compartiendo esas bromas desde el teléfono para hacer más llevadera la cuarentena (ya lo decía ET «teléfono, mi casa») y esperando con paciencia que poco a poco se descongestione el encierro para poder salir a la calle a correr y pegar saltos como si fuéramos Ricky Martin.

Una amenaza de este calibre la inmensa mayoría de nosotros solo la habíamos visto en el cine. La vida nunca va a volver a ser igual, las costumbres sociales ya han cambiado: en los últimos días se oye en los medios muchas frases que hablan de los famosos «dos metros» -con lo que nos arrebullamos en este país- y parece ser que la mascarilla va a seguir siendo un complemento necesario durante los próximos meses. Si la mascarilla va a ser un must en nuestro outfit también tendremos que hacernos a la idea de que calamidades del pelaje del Coronavirus puedan ser cíclicas.

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UN PUEBLO ALEGRE Y OPTIMISTA

Hace 6 años escribía en este mismo blog el artículo Optimismo: «El optimismo se aprende y se contagia, nos da seguridad y mejora la sociedad». El optimismo es opcional, pero es una de las mejores medicinas que tenemos los españoles para levantar el ánimo; no importa la que nos esté cayendo encima porque rápidamente lo disfrazamos de broma, le encontramos el humor, hacemos parranda de ello, da igual si se trata de la mayor crisis social de los últimos 80 años, la resistencia de los paisanos españoles es sencillamente asombrosa.

Los españoles como buen pueblo mediterráneo ejemplificamos principios muy simples: la alegría, el optimismo, la sociabilidad, la despreocupación… en eso podemos dar una master class a cualquiera. Frente a una situación extrema, y no estoy descubriendo nada nuevo, conviene mantener la calma y la cabeza ocupada con actividades positivas (he llegado a ver un vídeo en el que un hombre convertía un aspirador en una batidora) en eso los ciudadanos hemos sido ejemplares. La inyección de «buena vibra» que cada uno pone en práctica y comparte, ayuda y mucho cuando no se ve con claridad la puerta al final del pasillo.

También es verdad que somos un pueblo bastante baqueteado (emocionalmente) por la existencia. Tenemos cierta tendencia al masoquismo, esto, que es una verdad más antigua que el libro del Génesis, merece un capítulo aparte.

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UN PAÍS DE AÚPA

Si la actitud positiva para con nuestros vecinos y seres queridos es encomiable, cuando la extrapolamos al plano de los organismos que velan por nuestra salud y seguridad, el resultado es sencillamente impresionante.

Así lo estamos comprobando al ver a nuestros médicos desbordados, expuestos y trabajando sin descanso, merecen, además de los aplausos que reciben desde los balcones todos los días a las 8 de la tarde, el máximo reconocimiento. Ellos son los verdaderos héroes. O las fuerzas armadas realizando labores que no les habíamos visto hacer hasta ahora.

Y no olvidemos el ejercicio de solidaridad de TODOS con todos, desde el que ayuda a subir la compra a un vecino hasta el empresario que hace donaciones millonarias. Todos hemos aportado nuestro grano de arena.

Cada uno de ellos es la verdadera joya de la corona que gobierna España.

Vivimos en una tierra de la que se puede estar muy orgulloso, cosa que los países vecinos nos recuerdan siempre: la protección sanitaria gratuita a la que todos tenemos acceso, seguro que tiene algo que ver con que la esperanza de vida de los españoles sea la segunda del mundo después de la de Japón. Palabras mayores son la industria; nuestro patrimonio universal artístico; la gastronomía, la más laureada después de la francesa; el idioma español, un valor siempre en alza y por supuesto nuestro mejor reclamo, el sol.

Creo que España es el mejor país del mundo para vivir.

Feliz semana y mucho ánimo.

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Syllabus is the young Spanish school for the people who Spanish

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