La palabra del año

Sin duda la palabra del año despierta expectación.

 

2015 se nos acaba y nos deja 12 meses cargados de acontecimientos. Muchos de índole política y alguno también de carácter lingüístico, como el que acontece mañana día 30 de diciembre en España. Éste trata sobre palabras curiosas, originales y «pegadizas» que se vuelven omnipresentes o al menos así lo cree la Fundéu que por tercer año consecutivo elegirá la palabra del año entre más de 200 «candidatas».

¿Qué es la palabra del año? Son esas palabras que afloran de la nada y que se popularizan a raíz de algún acontecimiento social, las tertulias televisivas, de expresiones que se convierten en tendencia y que las redes sociales se encargan de aportar velocidad o de hechos relevantes y serios. Se detectan fácilmente porque la mayoría pasan de ser perfectas desconocidas a ser protagonistas de los mensajes de texto en un espacio de tiempo muy corto. Haz la prueba, ¿cuánto tiempo hace que utilizas la palabra buenismo? Ni siquiera el corrector de Word la reconoce, tampoco la RAE, pero es una de las candidatas de este año.

En 2013 la ganadora fue escrache, término que hace referencia a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros personajes públicos y en 2014 la Fundéu propuso y eligió como ganadora selfi, la adaptación al español del anglicismo selfie.

Joaquín Muller, director de la Fundéu, explica este particular evento lingüístico así: «Buscamos una palabra, nueva o no, que haya estado en las noticias y en las conversaciones de este año y que tenga además un cierto interés desde el punto de vista lingüístico; que su origen, alguna duda o dificultad hayan hecho que desde la Fundación nos hayamos fijado en ella y le hayamos dedicado alguna de nuestras recomendaciones diarias sobre el buen uso del idioma».

¿Qué palabras se disputan el primer premio? Estas son algunas de las favoritas:

La divertida fofisano entra con fuerza en el ranking de la compuestas, al igual que gordiflaco o la reivindicadora de la «curva femenina» gordibuena. Los fofisanos son aquellos hombres que fusionan al 50% el gimnasio y la vida sana con las cervezas y las «tapitas». El término -en inglés dad bod o cuerpo de padre- fue acuñado por la estudiante universitaria americana Mackenzie Pearson.

Otra palabra compuesta que se ha popularizado en parte gracias a la obra de teatro de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla es viejóven. Un viejóven aparenta más edad de la que realmente tiene, o, sin serlo se siente muy mayor. Tiene que ver también con aquellos que  padeciendo la crisis de los 40 miran hacia atrás pensando para sus adentros aquello de «cualquier tiempo pasado siempre fue mejor».

Daesh, desgraciadamente hay que incluirla. Es el término que la mayoría de los países europeos han adoptado para referirse al autodenominado Estado Islámico. En singular el uso de Daesh significa «aplastar». La voz se utiliza para quitar fuerza e importancia histórica al nombre Estado Islámico.

En la lista figuran palabras que se han situado en las primeras páginas de los medios del deporte, léase sextuplete o «consecución de seis títulos sucesivos». Si teníamos doblete y triplete, ¿por qué no un sextuplete?

No podían faltar voces propias de las redes sociales, el archiconocido me gusta de Facebook también quiere el primer premio. Un botón, el botón de me gusta, con el que apoyamos el contenido que nos parece interesante. ¡Ojo!, en plural decimos «mi página tiene muchos me gusta», no «muchos me gustas» y se escribe en dos palabras.

El sustantivo zasca, válido en el español de España, alude a «una réplica cortante, rápida y a menudo ofensiva en un debate o una conversación». Es habitual encontrarse con frases como «el contertulio se llevó un buen zasca» o «vaya corte le diste… un buen zasca». La voz podría tener su origen en la palabra zascandil.  

Mañana sabremos cual es la ganadora, pero… ¿Cuál es la tuya, tu palabra preferida del año?

 

Syllabus es la escuela joven de español para los que aman el español.

Syllabus is the young Spanish school for the people who love Spanish.

Canciones que te ayudan a aprender español rápidamente.

Eva Amaral durante una actuación.

Eva Amaral durante una actuación.

 

Desde tener «tantos caminos por andar» a «buscar la felicidad más allá de las estrellas». Sentirás el «universo sobre ti» cuando descubras todo lo que la música española te puede inspirar y enseñar. ¡Escúchala! 

 

Lo mejor de aprender español  es no tener que estudiarlo. Lo ideal en la adquisición de nuestra lengua meta es que sin quererlo se vaya filtrando en nuestro cerebro gracias a estímulos agradables, sin esfuerzo y con un resultado óptimo.

En un artículo anterior vimos como internet, las revistas y el cine podían preparar nuestro camino antes de viajar a España incluyéndolos en nuestra rutina diaria. Pero quizá sea la música la mejor manera de disparar nuestro vocabulario y gramática, cultura y comprensión auditiva.

El potencial de las canciones para aprender español  es equivalente a la capacidad que tenemos para disfrutar de ellas.

Aprende vocabulario y refuerza tu gramática, siempre será mucho más interesante y atractivo aprender vocabulario en el contexto de una canción que en un libro de texto.

Seguro que conoces alguna  canción en español con la que has aprendido vocabulario nuevo o estructuras gramaticales. ¿A quién no se le ha quedado grabado en la memoria el «dale a tu cuerpo alegría Macarena…»? Los ritmos pegadizos en otro idioma se repiten como un «mantra» en nuestra cabeza,  pero además nos generan la curiosidad que nos conduce a querer descifrar el mensaje. Captamos primero el vocabulario para después entender el significado en su conjunto.

Tu comprensión auditiva se disparará, la razón es muy sencilla; si te gusta una canción, la vas a escuchar varias veces prestando atención a lo que dice. Las palabras nuevas  y su pronunciación se te quedarán impresas, además  acostumbras el oído a la lengua auténtica. Es muy buena idea escuchar las canciones con la transcripción de la letra delante para poder conectar más fácilmente los sonidos con las palabras.

Entender la cultura española es entender su arte, historia, sus gentes, y por supuesto su música. En las letras de las canciones, vamos a encontrar España y consecuentemente también nuestra esencia, valores y alegría vital.

 

A continuación y de menor a mayor dificultad de comprensión de las letras puedes oír estas 6 canciones que ya son clásicos de nuestro legado musical. Si no estás familiarizado con la música española, inclúyela en tu rutina de aprendizaje, este puede ser un buen momento para que la conozcas. ¡Verás cómo no te decepciona!

 

[youtube width=»500″ height=»300″]https://www.youtube.com/watch?v=sTv-t8-Ssdw[/youtube]

El Himno a la Alegría, o la poderosa fusión entre Miguel Ríos y Beethoven, es una canción muy fácil de entender y musicalmente reconocible por todos que nos anima a pensar en lo verdaderamente importante de la vida: la búsqueda de la felicidad, aunque sea «más allá de las estrellas».

[youtube width=»500″ height=»300″]https://www.youtube.com/watch?v=t9uHt3VUH4c[/youtube]

En un artículo así es casi obligado hablar de Mecano, nuestro grupo más internacional. Ana Torroja y los hermanos Cano nos explican por qué no se pueden levantar… los 80 están de vuelta y toda aquella iconografía no podría ser más actual. La canción está cargada de expresiones que fácilmente se quedarán en tu memoria.

¿Con faldas y a lo loco?

¿Qué ocurre con la traducción al español de algunos títulos?

Marilyn Monroe sabía que la traducción de los títulos era cosa seria.

 

Con faldas y a lo loco si quieres sí, pero no me tergiverses el significado del título por favor. Así de claro lo tiene Ángel Palenzuela, nuestro escritor invitado esta semana, director de la web No me hables así y autor del libro ¡No me hables así! Deslices y antojos lingüísticos en los medios de comunicación. ¿Qué es lo que ocurre con las traducciones de títulos de películas y de libros al español? ¿Por qué a veces son tan poco acertadas? Palenzuela describe y explica en este artículo el fenómeno que en ocasiones fluctúa entre lo ocurrente y lo freak. 

 

En la literatura, en la música y, sobre todo, en el cine, arrastramos un molesto lastre de títulos mal traducidos por ignorancia y a menudo también por las circunstancias político-sociales (aunque la una y las otra van de la mano), del momento en que se estrenaron. Forman parte de nuestras vidas y ya nos resulta muy difícil cambiar un título, lo que hace más meritorio el esfuerzo de algunas editoriales con casos como La señora Bovary (Madame Bovary) o Juicio y sentimiento (Sense and sensibility, más conocido y peor traducido como Sentido y sensibilidad), ambas de Alba Editorial. Un caso mucho más reciente: traducir la novela Disgrace de Coetzee por Desgracia es un falseamiento del título y, por tanto, de toda la novela, que debería titularse Deshonra; se supone que el error será corregido en próximas ediciones, pero ¿por qué se sigue reseñando sin hacer referencia a algo tan determinante para la lectura del libro: desconocimiento, negligencia, corporativismo…?

Si nos cuesta cambiar el nombre de las obras literarias, a veces aun sabiendo que no están bien traducidas, todavía se nos hace más difícil con el cine y la música, que tienen mucha más presencia en la vida de la mayoría. Dos ejemplos clásicos de musicales: Die drei Grösschen Oper viene a ser «La ópera de tres al cuarto», o «de cuatro perras», en ningún caso la literal y anodina La ópera de tres peniques, o de los tres centavos que no quiere decir absolutamente nada: se sigue interpretando en España y Latinoamérica, ¿a nadie le choca?, ¿o es que temen que con el cambio el público ya no identifique la obra?; otro ejemplo significativo es Sonrisas y lágrimas, título comodín y cursi, conocido musical y celebérrima película por The sound of music, que no es que sea un prodigio de imaginación pero, conociendo la historia, es de lo que va y quiere decir más de lo que parece.

Hablando de cine: las desafortunadas versiones de muchos títulos de películas son todo un mundo, ya que han distorsionado en gran medida aspectos de nuestra memoria colectiva y nuestra ligazón a la cultura popular. Estas son, en «categorías», algunas de las ocurrencias de los distribuidores que, como alguno de ellos ha confesado, a menudo tienen que decidir el título sin haber visionado el producto:

 

Chapuzas: There’s something about Mary («¿Qué tendrá Mary?») es la comedia Algo pasa con Mary: de ser una chica con «un algo especial», pasa a ser problemática. Ausencia de malicia (Absence of malice) por «Falta de malicia» es otra mala traducción y es error frecuente en los medios. Eva al desnudo (All about Eve) es atrevido para la época, pero el sentido de «al descubierto» no tiene mucho que ver con «todo sobre Eva». Las películas catastrofistas utilizan a veces para sus títulos palabras muy cotidianas, precisamente para que contraste con la hecatombe: The day after, The day after tomorrow; nuestros distribuidores procuran dar todo el sentido en los títulos, aunque los conviertan en acertijos: en vez de «El día siguiente» prefieren El día después y para el claro título de «Pasado mañana» se decantan por El día de mañana en España (que no es lo que dice el título) y El día después de mañana en Latinoamérica. Un ejemplo de candidez y cursilería (justo lo contrario de lo que transmite el filme) que refleja la época en que se estrenó en España: Some like it hot («Hay a quien le gusta marchosa, subida de tono», refiriéndose a la música, al estilo hot jazz, con evidente connotación sexual) por… Con faldas y a lo loco.

Pseudopoesía: pretender dar un toque poético y profundo, aunque no pinte nada en la historia: Departures («Partidas», «Despedidas») se convierte en Violines en el cielo; Butch Cassidy and Sundance Kid: hay reticencia a titular películas con nombres propios, es cuestión de gustos, pero Dos hombres y un destino es más plano e insustancial que cualquier nombre propio; Sunset Boulevard es una calle emblemática de Hollywood, El crepúsculo de los dioses una opción sugerente, aunque también un plagio de la saga wagneriana y más adecuado para una película de romanos.

Antipoesía: Eternal sunshine of the spotless mind, película que toma un verso de Alexander Pope («Eterno resplandor de la mente impoluta»), se torna en un chabacano ¡Olvídate de mí!

Infantilismo: ¡Jo, qué noche! (After Hours), Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers), Resacón en Las Vegas (The Hangover), A todo gas (The Fast & The Furious), Viaje de pirados (Road Trip); quien sepa un poquito, muy poquito de inglés alucinará con las diferencias.

«…Viaje de pirados (Road Trip); quien sepa un poquito, muy poquito de inglés alucinará con las diferencias».

Comodines: al margen del título original (que tampoco suele ser, eso, muy original), escribir los sustantivos sombra, furia, carretera, arma, muerte, jungla, asfalto, desafío, destino,… en un lado y los adjetivos salvaje, letal, infernal, final, inminente, fatal, colosal… en el otro, más algunos sinónimos, y combinarlos al azar; así se ha titulado más de la mitad de la cartelera comercial de todos los tiempos.

Destripamientos: obviar toda intención expresiva y toda capacidad de sugerencia para explicarnos bien clarito «de qué va la peli», no sea que no la entendamos por nosotros mismos o, tal vez, por si solo nos interesa cómo acaba: On the waterfront («En los muelles») por La ley del silencio que sí, suena bien, pero mejor que nos lo cuente la propia trama; Child’s Play («Juego de niños») pierde la ironía y la gracia con El muñeco diabólico; Groundhog Day («El día de la Marmota») es Atrapado en el tiempo, ¡gracias!; Rosemary’s Baby («El bebé de Rosemary») es La semilla del diablo, el ejemplo clásico de cómo desentrañar la intriga de una película de idem.

 

Ángel Palenzuela.

 

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El neoespañol. El nuevo delirio en el que todo vale.

El Aquelarre

El neoespañol deforma el lenguaje de la misma manera que Goya deformaba los personajes de sus Pinturas Negras. Imagen: El Aquelarre (1819-1823), Francisco de Goya.

 

«Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura». Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.

Así de sopetón, algo que se llama neoespañol como mínimo debería generar curiosidad. ¿Qué es eso de neoespañol?  El neoespañol es una nueva forma de lengua que deforma el uso canónico del idioma de diversas maneras: utiliza palabras y expresiones erróneas o inexistentes; emplea formas verbales mal conjugadas y empobrecedoras; confunde agrupaciones consonánticas y consonantes simples; memoriza palabras, pero desconoce su significado, como en «al concursante ganador no le gusta hablar de su vida intrínseca»; minimiza y empobrece el vocabulario; crea neologismos incompresibles a partir (generalmente) de malas traducciones; ignora las reglas ortográficas, léase el clásico «haber» por «a ver»; incorpora conjunciones y preposiciones que son puro desvarío; gusta de ser extravagante y presuntuoso («captar el pulso» en lugar de «tomarlo») complicando intencionalmente algunas palabras ya existentes o abusando de otras reiteradamente («un poco de por favor»)… por citar algunas de sus claves.

Dicho de otra manera, esta nueva lengua consiste en escribir y hablar cada vez peor.

El neoespañol y su espíritu imparable de conquista lingüística no se detiene. He aquí algunas muestras de este nuevo delirio parlante:

«Se me erizan los bellos».

«Desde el punto de vista de la sinceridad».

«Ahorcar los hábitos» en lugar de «colgar los hábitos».

«Me se enamora el alma».

«Me conozco el recorrido como anillo al dedo», al preguntar por ejemplo la dirección a un lugareño.

«Tirar las campanas al vuelo».

«Poner la carne de punta», esta creación es fantástica; proviene de la fusión de dos modismos clásicos: «poner la carne de gallina» y «poner los pelos de punta». «Pelos» que a su vez tienen la capacidad capilar para derivar en extrañas metamorfosis como «poner los bellos en punta». Vete tú a saber, a lo mejor no tardamos tanto en oír «poner los guapos en punta»…

¿Cómo podría un profesor de español explicar a sus alumnos que «está cayendo una trompa de agua»? Tal vez podrían preguntarle por el elefante. Cuando esta clase de fenómenos se extienden (estos errores se propagan a velocidades increíbles) corremos el peligro de llevar lo grotesco del lenguaje a los que deberían cuidar de él, los profesores y sus aulas, los informativos y su audiencia o los académicos y sus normas gramaticales.

¿Dónde encontramos esta forma de habla? Desgraciadamente lo copa todo: artículos de prensa, tertulias en la radio, traducciones literarias, un mitin político y por supuesto campa a sus anchas y se siente muy a gusto en los vastos dominios -y también bastos- de la telebasura, donde por lo general, todo vale.

Lázaro Carreter, filólogo, antiguo director de la Real Academia y pionero en detectar este mal, se dirige a los practicantes del neoespañol a través de estas 4 leyes, «pocas pero augustas que rigen en la utópica Ciudad de la Palabra«:

1. Habla y escribe de modo que todos te entiendan y reconozcan en ti un conciudadano civilizado.

2. Procura que tu idioma, construido por tus predecesores a lo largo de varios siglos, y en el que se expresa una noble y gigantesca comunidad cultural, continúe permitiendo que ésta exista.

3. Sé humilde: deja que sólo innoven los que saben. Si eres mentecato, no por decir relax, prioritario, tema, en base a,dejarás de serlo.

4. Sólo humanos habitamos en la Ciudad de la Palabra; no la conviertas en zahúrda.

Los hablantes cuyo español tradicional no haya sufrido los embates (hay quien dice «embistes») de la «neolengua» apreciarán el libro Guía práctica de neoespañol escrito por Ana Durante. Una detallada recopilación en la que se retrata la magnitud del descalabro en cuestión exponiendo los «pecados», que no los «pecadores»,  porque según Durante «no quiero perjudicar a ningún trabajador que pudiera ser identificado por sus pifias verbales”.

Citando textualmente a la autora, “El neoespañol es una forma de comunicación que está sustituyendo al español a marchas forzadas y que produce fenómenos lingüísticos paranormales”.

Por otro lado sabemos que la lengua es un ente vivo y cambiante. De ahí que exista una continua lucha entre dos tendencias en el empleo del idioma: la centrípeta, en la que los hablantes quieren mantener la lengua intacta y la centrífuga: los hablantes introducen nuevas palabras en el lenguaje, adoptan extranjerismos, modifican expresiones, reinterpretan lo ya establecido, etc. Por tanto es muy complicado para el lingüista a través de la corrección idiomática, saber que es correcto y que no en la lengua que utilizamos a diario, por lo personal que resulta para cada hablante. Lo subjetivo frente a lo estrictamente lingüístico.

Entra aquí si quieres aprender más sobre este tema.

Para terminar y «quitarle hierro» al asunto, ¿cuál es tu muestra (palabra/ expresión) de neoespañol preferida?

 

Syllabus, la escuela joven de español te ofrece un programa de aprendizaje y de actividades único en Santander, España. Las clases de español se complementan con cursos de surf, equitación, vela, turismo rural, taller de cocina española y todas las experiencias que hacen que la lengua y cultura españolas estén vivas.

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Energía positiva en las palabras. Tres ideas.

 

Uno de nuestros primeros artículos hablaba sobre como una actitud abierta y optimista solamente podía beneficiarnos a la hora de aprender. En la vida cotidiana nos interesa aplicar la fórmula del optimismo a nuestras palabras y que ellas nos vuelvan más positivos.

 

¿Has pensado alguna vez en el poder que tienen las palabras que usamos a diario? ¿Elegimos las mejores palabras de nuestro repertorio o simplemente abrimos la boca y dejamos que salgan de manera automática?

Lo que ocurre es que inconscientemente hablamos utilizando «frases prefabricadas» sin preocuparnos demasiado por cómo influyen sobre nosotros a nivel psicológico. Con frecuencia nos perjudicamos en pequeñas dosis al introducir ideas negativas en el lenguaje. Digo esto sin querer adentrarme en territorios como la psicología o el coaching, en los que no soy experto.

Haz una pausa y compara «soy tonto, elegí la peor opción» con «me equivoqué, la próxima vez acertaré». Si te identificas más con la primera versión, es el momento de hacer un cambio, piensa en cómo hablas normalmente y si te afecta de manera positiva.

Pues bien, démosle la vuelta a la tortilla porque por suerte existen soluciones fáciles que mejoran nuestra autoestima y la percepción que los demás tienen de nosotros. Empieza por estas tres:

1. Cambia «agobiado» por «a tope».

Nuestra sociedad nos empuja (y nos mide por ello) hacia una realización que tiene que ver más con lo productivo que con lo personal. Esto nos produce una presión y un stress que a veces nos supera sin darnos cuenta.

Cuando nos preguntan «¿qué tal?» y contestamos «agobiado», sin quererlo estamos convirtiendo nuestra cabeza en el camarote de los hermanos Marx.

Prueba a cambiar el enfoque y substituye «agobiado» y toda la carga negativa que conlleva por la enérgica «a tope». Demuestra con este simple hábito que eres tú quien tiene el control sobre la actividad de tu vida y que eres capaz de disfrutar con ello sin dejar de lado tu felicidad. Así de sencillo.

No te agobies que es peor.

2. Adiós al debería, debo y tengo que.

Si hay algo que podemos decir de los verbos modales es que son capaces de limitar nuestra flexibilidad y autonomía.

«Debería hacer más ejercicio»; «Debo hacer la compra hoy a las 5 de la tarde»; «Tengo que escribir a mi novia para que no se enfade».

Todos ellos nos imponen un sentido de obligación más o menos fuerte, nos limitan y «reprimen». Estos verbos tienen un alto componente de rigidez que lejos de favorecer la diversidad (posibilidades) en nuestras acciones crean un impacto negativo sobre nuestra psique.

Fíjate en el debería. «Los deberías» tienen el peligro de volverse demasiado habituales y entrar en loop en nuestro habla. Si ese es el caso, conviene pensar en lo que realmente te importa. ¿Debería realmente preocuparme por todas las cosas que «debería» hacer? ¿Me sirven de algo? ¿Me hacen sentir bien? ¿Me proporcionan algún tipo de beneficio?

Si la respuesta es no, saca todo esos «deberías» de tu vocabulario y sustitúyelos por prácticos «voy a»; «voy a ir a…»; «quiero»; «haré»; «puedo»; «me encantaría»; «me gustaría»… todos estos términos tienen connotaciones positivas. Suponen una acción y por lo tanto un resultado. Desde el momento en que tomas tus propias decisiones te conviertes en una persona potencialmente productiva a través de la experiencia de hacer cosas.

También puedes aplicar esta fórmula al «debo» y al «tengo que».

3. El poder del «todavía».

Mejor verlo con un ejemplo: «No he encontrado mi trabajo ideal». Si añadimos «todavía» o una palabra o frase similar, el significado cambia y la probabilidad de éxito aumenta. Conseguimos rebajar el nivel de ansiedad y suavizar la sensación de «no estar a la altura» que nos producen este tipo de situaciones. «Todavía» o «aún» dan a entender que estamos en ello, seguimos en el proceso de búsqueda que nos mantiene en una actitud activa.

Además, el adverbio en cuestión, consigue que nuestra percepción de esperanza aumente y que abramos nuestra mente a nuevas/ distintas posibilidades que se nos presenten.

Estas han sido algunas ideas para encontrar energía positiva en las palabras.

 

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Palabras atmosféricas en 11 imágenes.

 

Olas estallan en la isla de Mouro, Santander, durante la ciclogénesis de 2014.

Olas estallan en la isla de Mouro, Santander, durante la ciclogénesis de 2014.

 

¿Te acuerdas de los viejos tiempos cuándo las ciclogénesis explosivas, las tormentas de granizo y los tsunamis eran solo palabras curiosas que casi no se oían? Yo tampoco. Por desgracia (o no) nací en la década de los setenta lo que entre otras cosas significa estar demasiado familiarizado con términos derivados del cambio climático. Pero seamos positivos. Si algo bueno se puede extraer de estos fenómenos salvajes de la naturaleza, son las extraordinarias imágenes que nos dejan.

De manera muy visual, un puñado de estos acontecimientos naturales, salvajes unos y delicados otros, los puedes encontrar a continuación asociados a su significado. La naturaleza y sus caprichos en forma de bellas palabras atmosféricas.

 

Arcoiris 1

 

efecto-lluvia-en-parabrisas-auto-7223

 

 

nube lenticular 1

 

tornado 2_20151004144425525

 

ola de hielo (2) 1

 

aurora-boreal 1

 

bolas de hielo 1

 

 

Helgueras 028

 

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