El cerebro bilingüe toma el control

Bilinguals go further.

Los bilingües van más lejos. Bilinguals go further.

 

Hemos leído mucho sobre las ventajas de ser bilingüe: se optimiza nuestra interacción social y laboral; trabajamos mejor realizando varias tareas a la vez; rendimos más; mejora nuestra capacidad de abstracción; nos concentramos mejor y nuestro cerebro permanece «en forma» durante más tiempo frente al Alzheimer.

Conviene decir que, aunque en menor grado, el bilingüismo también puede acarrear desventajas de tipo social y psicológico.

Pero hay algo que diferencia a los hablantes bilingües de los monolingües. Me refiero a la capacidad superior del hablante bilingüe para tomar decisiones. Según un estudio de la Universidad Pompeu Fabra, «El cerebro bilingüe es más flexible y se adapta mejor a los cambios del lenguaje. Por ello, los monolingües utilizan más que los bilingües áreas cerebrales propias del lenguaje (como el giro temporal medio izquierdo), mientras que los bilingües utilizan más áreas relacionadas con el control del lenguaje (como el cingulado posterior). Sin embargo, no se encontraron diferencias entre bilingües y monolingües cuando escuchan palabras».

Por ejemplo, imaginemos un americano de paseo por el casco antiguo de una ciudad española. Entra en un bar y haciendo gala de su cultura vinícola charla con el camarero sobre que variedad elegir. Cada clase de vino conocido le evocará recuerdos, emociones y sabores distintos que le transportarán a lugares y contextos pasados, pero también tendrá facilidad para «entender» marcas desconocidas. Las personas bilingües mejoran lo que la ciencia llama su «flexibilidad cognitiva» sobre las monolingües, una habilidad relacionada con la creatividad y las emociones que les permite adaptarse mejor a los cambios y procesar información de manera más eficiente para tomar una decisión final (función ejecutiva). Nuestro viajero americano por el hecho de ser bilingüe, tendrá mayor capacidad de organización en la «bodega» de su cerebro para procesar la información nueva.

Existe la creencia de que el cerebro de los hablantes bilingües es distinto del de los monolingües. Es un mito. No existen regiones cerebrales «especiales» propias de los bilingües. Creer algo así equivaldría a decir que los tenistas tienen distinta estructura ósea en las manos.

Lo que sí ocurre, es que al hablar dos idiomas estamos manejando dos subsistemas lingüísticos independientes entre sí, y al igual que con el deporte, cuanto más se practica mejores serán los resultados finales. De lo que no hay duda es de que el hablante políglota tiene mayor capacidad de comunicación verbal: conocimiento metalingüístico, competencia lingüística, pragmática y motivación.

Vamos, que los bilingües pueden presumir de súper-cerebro.

 

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Los anglicismos en el español.

Los anglicismos también llegaron a La Mancha.

 

Ángel Palenzuela vuelve a escribir en nuestro blog esta semana. Ésta vez reflexiona (y nos explica) sobre la incorporación de los anglicismos en el español y del riesgo que supone para el buen desarrollo de nuestro lenguaje. «Abrir la puerta» a los extranjerismos de forma abusiva y sin criterio, puede empobrecer nuestra lengua. 

El rápido desarrollo de los nuevos medios y la despreocupación por el lenguaje de la mayoría de sus desarrolladores han propiciado uno de los mayores problemas en el uso actual del español: la utilización y asimilación de términos extranjeros de forma abusiva, irreflexiva y engañosa. Aunque al principio nos pueda facilitar las cosas a la hora de aprender castellano, ya que la mayoría de las palabras adoptadas son de uso universal, este fenómeno pronto se puede volver en nuestra contra. Cuando se trata de ciertos temas como la informática, la mercadotecnia, la moda o las nuevas tendencias, o bien se añaden sin criterio, dando por hecho que se entiendo todo, o parece que importa más el efecto «modernizante» que el contenido. En casos extremos, pero cada vez más habituales, nuestro idioma llega a convertirse en un pseudolenguaje que va perdiendo sus cualidades y adoptando vicios ajenos.

Hay dos formas básicas de adoptar palabras extranjeras. Como nos referimos principalmente a la influencia del inglés, hablaremos de los anglicismos léxicos y los anglicismos semánticos.

Toda lengua se ha formado con una importante aportación de palabras de otros idiomas, conceptos o expresiones que describen nuevas ideas, objetos o situaciones. En nuestro caso serían los anglicismos léxicos, las palabras tomadas del inglés directamente, a veces para nombrar una nueva realidad tecnológica y, actualmente, la mayoría de las veces tan sólo para dar una determinada «identidad», una cierta «apariencia» a una información o producto. Se suelen adoptar tal cual, aunque en el contexto hispanohablante se tiende rápidamente a castellanizar la ortografía y la pronunciación; es el caso de, por ejemplo, la largamente adaptada «fútbol» (football) o la más reciente «bluyín» (blue jean) —esta última una acepción de la RAE polémica en su momento y, en nuestra opinión, superflua—. En algunos entornos el uso y abuso de estas palabras (leggins, low cost,trendy, gym, empowerment, merchanding) llega a menudo a convertir en artificiosos y hasta ininteligibles muchos de los textos que se publican en Internet.

Esta cualidad de las lenguas, que ha existido siempre y es parte intrínseca de su evolución, que resulta en general enriquecedora y que facilita el intercambio y el diálogo, se está convirtiendo entre los hispanohablantes en justamente lo contrario, un impedimento que se mueve entre la afectación y la indiferencia hacia los contenidos. No se trata tanto de que toda expresión nueva tenga que tener su equivalente en castellano, muchos términos son más comprensibles y prácticos si se dejan en su forma original; es más preocupante que, a la hora de expresarse, se suele tomar la vía directa pero menos adecuada: se utiliza una palabra inglesa que ya existe en nuestro idioma —workshop, espónsor, brainstorming, match point…—, o se inventa una nueva versión de una palabra similar pero que no aporta nada, puesto que ya existe un término en castellano que significa lo mismo y ya es de uso corriente —por ejemplo no hace falta decir tutorial cuando existe «tutoría» o «tutela», y tampoco aporta nada la palabra inicializar, que es lo mismo que «iniciar»—.

El siguiente paso en esta tendencia a mimetizarse con el inglés son los anglicismos semánticos, un serio problema porque ya no se limita a la sustitución de la forma, sino que se cambia el significado de una palabra en castellano; por un lado se deja de lado la correcta, que con el tiempo pierde fuerza, y por el otro se desvirtúa el significado de aquella que se ha escogido, no por su significado, sino porque se parece a la palabra inglesa (ordenar por «pedir», solución por «producto», casual por «informal»…). Un ejemplo muy claro de este empobrecimiento es la generalización de la palabra «rutina», que en inglés, tiene un significado más amplio, mientras que en español se refiere únicamente a una acción que se hace sin esfuerzo, por la fuerza de la costumbre; así, working routine sería algo tan distinto como «plan o planificación laboral»,  workout routine «tabla o secuencia de ejercicios», en el ejército hablaríamos de «maniobras» y en el caso de un deportista, de «plan de entrenamiento o disciplina».

Este fenómeno, ya muy extendido entre los hispanohablantes significa, además de un empobrecimiento significativo del lenguaje, una grave deformación de los significados que tiene como consecuencia una considerable pérdida de precisión y claridad. Debemos esforzarnos por entender el significado de las palabras, las de un idioma y las del otro, y recurrir en lo posible a textos que hayan sido traducidos por profesionales.

 

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Danza y comunicación: baila primero. Piensa después.

Anamarga durante una actuación

 

¿Cuánto conoces sobre los beneficios de la danza y la música? ¿Sabías que lenguaje y danza están en un mismo plano? Anamarga, una de las referencias actuales  más importantes de la danza en España, nos desvela en este artículo las conexiones que existen entre danza, música, lenguaje, aprendizaje y educación.

BAILA PRIMERO. PIENSA DESPUÉS. ES EL ORDEN NATURAL. Lo dijo Samuel Beckett y no puedo estar más de acuerdo.
Mi experiencia es la danza flamenca.

Que disfrutemos de la música es algo que ha traído de cabeza a científicos y biólogos, porque a simple vista parece que es algo que no tiene importancia. Entonces,

¿por qué bailamos y cantamos?

¿Por qué tocamos instrumentos?

¿Por qué vamos a conciertos?

¿Por qué el ser humano desde hace miles y miles de años destina energía y recursos a esta actividad?

La respuesta no es sencilla y tiene que ver con las leyes de la selección natural, simplemente nos gusta porque obtenemos beneficios físicos y psíquicos y nos produce un inmenso placer. Activa el sistema límbico y baña nuestro cerebro de endorfinas, las mismas hormonas que generamos cuando le damos un beso apasionado a alguien o nos comemos un buen trozo de tarta de chocolate, y es más, cuando cantamos y bailamos en grupo en un concierto, esa misma hormona nos ayuda a establecer lazos sociales y nos conecta, por lo tanto es parte de nuestra supervivencia.

La música está presente en todas las culturas desde hace miles de años y los científicos creen que podría haberse desarrollado como una forma de comunicación sencilla y natural anterior al lenguaje verbal, mas complejo por su sintaxis y reglas. De hecho, hay varias teorías que argumentan que la danza nació antes que el lenguaje a juzgar por las pinturas rupestres prehistóricas halladas en distintas zonas.

Desde que nacemos venimos preparados de serie para aprender patrones y estructuras. Gracias a la imitación y a la repetición aprendemos también a hablar, y esto hace que la música sea música. Pero además está la emoción, la música y la danza se procesan en regiones del cerebro asociadas a los sentimientos y a la memoria, de ahí que una melodía pueda generarnos desesperación o euforia, que pueda llevarnos a la mas profunda tristeza o alegría o recordarnos un momento de la infancia.
Cuando escuchamos o tocamos música, cuando bailamos, se activan múltiples áreas de nuestro cerebro, la parte del cerebro responsable del pensamiento racional se encarga de aprender lo que es la música.

Lo que la ciencia ha puesto de manifiesto es que hay dos grandes enseñanzas que sacamos de la música y de la danza:

1º Es el medio de comunicación que favorece las relaciones sociales, permite que la gente esté al lado unas de otras, imitándose, hablándose, y lo más importante conectando y comunicándose.
2º La música y la danza desarrollan la capacidad de planificar y de controlar tareas distintas que se ejecutan simultáneamente. Ayudan a mantenerte concentrado, y sin embargo todo esto ocurre mientras disfrutamos, solos o en compañía… es maravilloso.

Todos sabemos que las artes en general no forman parte de las conocidas como materias troncales, muy al contrario de lo que la neurociencia está demostrando desde hace ya algunos años. La danza no forma parte de los currículos de la formación primaria o secundaria. En primaria la música puede que en la nueva Ley de Educación desaparezca, y las artes plásticas están cada vez más arrinconadas, a pesar de que estamos rodeados de arte. A la larga esto trae consecuencias, la música y la danza aportan beneficios que duran toda nuestra vida a partir de una edad temprana y conducen a una mayor habilidad intelectual fuera de la música y la danza, o sea, sirve para todo. ¿Os preguntareis si eso ha sido probado? Las personas han sido capaces de mostrar diferencias claras en la memoria operativa que es la capacidad de recordar cosas, en una manera de usarla a corto plazo, mientras estas pensando, haciendo cálculos y planificando.

En definitiva, podemos beneficiarnos de lo que la danza y la música nos enseña en nuestro trabajo, en nuestra vida privada, solos, en pareja o en grupo.

¿Alguien se imagina la vida sin arte? Yo no.

 

Romance y ortografía

amor y gramática

 

Leo algo en Facebook que me hace reír y a continuación pensar:

Se conocieron a la salida de un bar.

Fue amor a primera vista.

Intercambiaron números de teléfono.

A la mañana siguiente:

Ella: hola guapo, ¿cómo estás?

Él: vien ermosa, y tu?

Ella cambia de número, de ciudad y … hasta de nombre.

FIN

¿Cuánta «incompetencia lingüística» estaríamos dispuestos a asumir por el ser amado?

¿Tenemos una especie de termómetro que nos avisa de cuando echar a correr ante los gazapos gramaticales de quienes esperamos «algo» o por el contrario el amor lo perdona todo?

Bromas aparte, está demostrado que un correcto uso del lenguaje favorece las relaciones interpersonales. Si dos personas comparten el mismo nivel de habla tendrán mucho terreno ganado para un futuro desarrollo en su relación, cualquiera que sea. El lenguaje escrito es nuestra «tarjeta de visita», nuestras credenciales educativas y una buena ortografía puede llegar a enamorar.

Esta reflexión afina bastante el asunto. Quizá deberíamos entender la ortografía como parte de nuestro atrezzo lingüístico, las gotas de perfume que redondean nuestra presencia gramatical. Lo que no se escucha pero se lee y dice mucho de quienes somos.

Romance y ortografía, más cerca de lo que creíamos.

¿Sueñas en español?

El Principito.

Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad. El Principito.

Artículo en español/ inglés.

Los sueños hacen maravillas, también con el lenguaje. Seguro que alguna vez te has preguntado en qué idioma sueñas. Si has conseguido soñar en tu lengua meta, el español por ejemplo, es porque tu competencia lingüística va por buen camino. Tu cerebro ha asumido la nueva lengua como un objetivo y ha comenzado a procesar información en ella.

Estudios demuestran que cuando aprendemos un idioma, comenzamos a pensar en él, por tanto el contenido de nuestros sueños se verá afectado de forma natural por lo que hemos aprendido. El idioma en el que soñemos estará determinado por nuestra situación personal e  inquietudes. Lo más probable es que si te acuestas pensando en sacar a pasear al perro al día siguiente, sueñes en tu lengua materna, en cambio si lo que ocupa tus pensamientos son unas vacaciones por España tendrás más posibilidades de caer en los brazos de Morfeo «en español».

Así que antes de dormirte no te olvides de contar ovejitas… en español.

 

Do you dream in Spanish?

Dreams can do wonders, also with the language. Sure you have asked yourself in which language you dream. If you’ve got to dream in your target language, Spanish for instance, it is because your linguistic competence is already on the right track. Your brain has assumed the new language as an objective and has started to process its information.

Optimismo

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La bombonería santanderina A Petit alegra la vista y el espíritu

Optimismo
 
  1. 1.
    nombre masculino

    Tendencia a ver y a juzgar las cosas en su aspecto más positivo o más favorable.
    «No oculta su optimismo ante el porvenir de la ciencia».
    antónimos: pesimismo

Si no viene hay que salir a buscarlo porque siempre ayuda.

Los cambios de estación, de ciclo, las nuevas aventuras son la oportunidad perfecta para dejar que nuestras velas se inflen con aire fresco hacia el rumbo escogido. A veces, sin darnos cuenta percibimos estímulos que de manera automática van construyendo un episodio de vida desconocido hasta entonces. Una novedad que contrasta, quizá, con la linealidad obstinadamente monocromática o en el peor de los casos el «volantazo» ha sido fruto de un repetitivo y aburrido SOS, Save Our Souls, en el que estábamos enfrascados.

El cambio de aires puede tener muchas formas pero siempre debe de buscar una versión mejorada de nosotros mismos. Es cada vez más habitual ver como la gente joven, consciente del valor de nuestro tiempo, tomamos decisiones que sumen tanto en lo profesional como en lo personal, un ejemplo de ello está en el llamado turismo idiomático, en el que es igual de importante la experiencia lingüística mas allá de nuestras propias fronteras para continuar aprendiendo como divertirnos y descubrir.

En Syllabus llevamos tiempo defendiendo esta tesis. Las reglas, la matemática del lenguaje están en los libros (y de ahí no se van a mover), también la realidad que nos rodea aparece reflejada en ellos aunque sobre esto habrá opiniones,  pero la experiencia real del aprendizaje está afuera en la calle, en el mercado, en una bombonería, en los bares, en la peluquería (la de cosas que se pueden aprender en una peluquería). ¿Te imaginas lo extraño que resultaría descubrir a través de un libro lo que es una lonja, los sonidos y olores que allí habitan, pudiendo visitarla en una clase práctica?

Se aprende mejor de buen humor y con verdadero interés cuando la materia que se nos presenta nos gusta, nos apetece. Una actitud despierta, receptora y optimista es lo que necesitamos. El optimismo se aprende y se contagia, nos da seguridad y mejora la sociedad. ¡Optimicémoslo!

Marcos.