La educación para alcanzar la libertad.

La educación debe crear personas libres. Imagen: Pink Floyd, The Wall (película) 1982.

La educación debe crear personas libres.
Imagen: Pink Floyd, The Wall (película). 1982.

El revuelo político facilita el revuelo lingüístico. Lo hemos estado viendo estos días. En España, la cantidad de veces que se puede escuchar en los medios el «compañeros y compañeras» es directamente proporcional a la proximidad de unas elecciones o en su defecto a momentos de alta intensidad política.

La propaganda contemporánea difundida por autoridades culturales y políticas de dudosa categoría muchas veces, nos atiborra de mensajes facilones, repetitivos, dogmáticos, de escasa calidad (lingüísticamente al menos) con la intención de que compremos, votemos o pensemos de una manera determinada. No es algo nuevo. Cuando se trata de movilizar grandes audiencias en beneficio propio, la honestidad suele puntuar a la baja.

Este delirio de movilización de masas  -ciudadanos y sus tarjetas de crédito-, tiene un arma increíblemente eficaz: el lenguaje.

El lenguaje es tan maleable como peligroso en la manos equivocadas (las opiniones más ruidosas bien lo saben gestionar) y su manipulación, termina por ser una manipulación de la conciencia, una manipulación del ser humano.

C.S. Lewis ya sugirió estas cuestiones en su magnífico libro La Abolición del Hombre, 1943. Una obra lúcida y atemporal enormemente recomendable en la que diagnostica la sociedad actual.

El comienzo del libro no puede ser más vigente: «Dudo de que estemos suficiente atentos a la importancia que tienen los libros de texto de la enseñanza primaria. Esta es la razón por la que he elegido como punto de partida para estas reflexiones un pequeño libro de Lengua destinado a los ‘niños y niñas de ciclo escolar básico’. No creo que los autores (pues eran dos) de este libro pretendieran hacer daño con él y tengo una deuda con ellos o con su editor, por haberme enviado un ejemplar de regalo. Pero, a la vez, no puedo decir nada bueno de ellos. Por tanto, me encuentro en una situación bastante comprometida. No quiero poner en la picota a dos modestos maestros en activo que han hecho lo mejor que sabían hacer; pero tampoco puedo callar ante lo que considero que es la orientación real de su trabajo. Por lo tanto, prefiero silenciar sus nombres».

Lewis advirtió hace mas de 60 años de las consecuencias nefastas de un sistema educativo en manos de un Estado manipulador y dirigista cuyo objetivo es transformar las mentalidades juveniles como pilar para un cambio social en el que los valores firmes y las referencias políticas, culturales, sociales… quieren ser veladas:

“Pero los que moldeen al hombre en esta nueva era –vaticinaba el autor – estarán armados con los poderes de un estado omnicompetente y una irresistible tecnología científica: se obtendrá finalmente una raza de manipuladores que podrán, verdaderamente, moldear la posteridad a su antojo”.

La educación debe de crear individuos libres, no dirigidos ni dependientes.

Sin querer caer en tópicos tremendistas, he querido rescatar  3 obras indispensables de la ciencia ficción que en su día imaginaron un futuro tan pulcro como vacío y tan controlador como anulador consecuencia de una ausencia educativa auténtica. La realidad global que vivimos la intuyeron Ray Brádbury, George Orwell y Aldoux Huxley en sus novelas.

La temperatura a la que el papel arde es a 451º Fahrenheit. Ray Bradbury profetizó en 1953 el «infierno» de conformismo que caracteriza nuestros días. Su más laureada obra, Fahrenheit 451, nos sitúa en un futuro donde el gobierno tiene idiotizada a la sociedad a través de la televisión y de mensajes que se repiten como mantras. El conocimiento y la libertad de pensamiento suponen el mayor peligro, por eso los bomberos se dedican a quemar libros. A convertir en cenizas la más mínima capacidad de reflexión e ideas propias.

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Probablemente la novela distópica mas completa y coincidente en aciertos respecto a nuestros días sea 1984 de George Orwell. Se trata de una novela futurista y política publicada originalmente en 1953. Supuso una severa advertencia por la incorporación de conceptos como «La policía del pensamiento», «La habitación 101» destinada a profundizar y utilizar los temores del individuo hasta quebrarlo, o el omnipresente, enigmático y controlador «Gran hermano» (resulta como mínimo paradójico que uno de los éxitos cumbre de la telebasura se haya apropiado del término), personaje inspirado en Stalin pero que nunca se deja ver, lo que hace pensar que se trate de una invención para infundir miedo y respeto a los ciudadanos, fórmula que sabemos efectiva hoy día.

Completa la trilogía el también visionario Aldous Huxley:

«Las palabras pueden ser como rayos X si se usan apropiadamente: lo atraviesan todo».

Un Mundo Feliz, (1932), tiene notables semejanzas con 1984 en lo que a crítica social futurista y sociedad deshumanizada se refiere. Nos encontramos aquí un mundo altamente tecnológico y totalitario en la que sus habitantes son «cultivados» in vitro según la función que vayan a tener. Viven en una falsa felicidad sin saberlo, consumen Soma cuando afloran sentimientos de tristeza, una potente forma de evasión sin efectos secundarios, por tanto no hay peligro. No existen los problemas, lo importante es mantener a los individuos felices para que produzcan igual que han sido producidos ellos en una cadena de montaje. No existe el arte, ni la familia, ni los sentimientos pues podrían hacer descarrilar el conformismo y la obediencia.

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Es imposible no pensar en lo actuales que son estas 3 historias y en las líneas paralelas que se entrecruzan entre ellas. Los autores coinciden en que la raíz de los males del mundo tiene su origen en lo que es el hombre. La parte positiva es que sabemos que una verdadera educación independiente de intereses de minorías poderosas es la llave de la libertad auténtica. Esa que hace que el hombre tenga un completo control de sí mismo.

Influenciado por Orwell y Huxley, George Lucas dirigió THX 1138, su primera película, en 1969. El espectador se encuentra con una sociedad futurista, narcotizada y subterránea (literalmente) dedicada a la producción donde el amor está prohibido. Al igual que en la literatura antes mencionada, es necesaria la figura del insurrecto que dé sentido a la historia arrojando esperanza donde aparentemente no la hay.

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THX 1138 es el nombre del protagonista de una sociedad esclavizada con el fin único de producir.

La contrapartida musical se llama Pink Floyd. Trabajos como Animals (1977) o especialmente su excelente The Wall (1979) exponen la explosión producida en el individuo consecuencia de un dirigismo frustrante y alienante.

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Hazte un selfi

Selfi, sin la «e» final del inglés (autofoto o autorretrato son alternativas adecuadas en español al término inglés), fué la palabra del año en 2014 según la Fundéu BBVA. Su presencia en los medios e interés lingüístico hicieron que el vocablo fuera merecedor del galardón.

Traigo a colación esta simpática anécdota que le ocurrió a Violeta Castelo, una persona encantadora aparte de una excelente lingüista. Cuando le preguntaron dos turistas en Allariz, Galicia si les «podía sacar un selfi», no lo dudó un segundo pero la hizo pensar en el significado del nuevo vocablo: una fotografía es un selfi si el fotógrafo es simultáneamente la persona siendo fotografiada.

Este artículo es un vistazo al nuevo lenguaje que arrasa en las redes sociales.

 

selfie

 

Si  volvemos la vista atrás y nos fijamos en el lenguaje de la publicidad a lo largo de las últimas décadas, veremos claramente cómo ha evolucionado el uso de la imagen. Imágenes de modelos estupendas mostrando su mejor sonrisa no han dejado de copar la revistas para venderte esto o aquello. De la misma manera que la fotografía  y el diseño revolucionaron el lenguaje  en la publicidad, los selfis lo han hecho en las redes sociales.

El autorretrato no es algo nuevo pero ahora que somos nosotros mismos los dueños de nuestras parcelas sociales, la autopromoción es parte del juego. Fotografiamos cosas y nos fotografiamos a nosotros con ellas; con amigos de excursión o captando el sol hundiéndose en el mar a nuestra espalda. El selfi tiene que ser un concepto interesante para los psicólogos porque nos gusta comunicar siendo nosotros partícipes en primer plano. Queremos inmortalizar una vivencia  (o un corte de pelo) y que se nos vea.  La clave está en que tu imagen cuente la historia.

Ten en cuenta que…

1El contenido de tus redes sociales es una «extensión de tu vida». Puedes poner lo que quieras, normalmente acorde con el tono idealizado/-ante y buenrollista de marras, aunque de cuando en cuando conviene darle al botón de la autocrítica para evitar, por ejemplo, una trayectoria «egopictórica» de las que rayan el friquismo más autocomplaciente. Y si no fijaros en aquellos miramelind@s (lo de la «@» es para ambientar) cincuentones que retransmiten su vida a golpe de obturador.

2El autorretrato nos retrata en el sentido literal de la palabra pero también en el sentido figurado. Lo que mostramos a los demás, el cómo queremos que nos vean dice mucho de nosotros. No atiborres tu Facebook de selfis cada vez que veas un Ferrari y lo quieras en la foto o posando delante de un yate de lujo si tu motivación en la vida son las causas humanitarias y los más desfavorecidos por favor.

3. No hagas mucho caso del punto 1 ni sientas que tu ego se infla como un globo aerostático al publicar foto tras foto. Hazte muchas y si es con un famoso mejor. Disfrútalas y compártelas con todos. Esta forma de comunicación funciona así, es una tendencia comunicativa asumida y si no, ¿para qué ponen dos cámaras en los móviles? No creo que sea un error de fábrica… sabían lo que hacían.

4. Tenemos brazos largos pero no tanto. La primera vez que vi un palo-selfi me pareció el colmo del narcisismo. Pero pensándolo bien, no es más que una extensión justificada de la tendencia «autofotil». ¿Acaso no nos autorretratábamos utilizando un trípode? Se trata de uno de esos gadgets que dejan de ser raritos a los 5 minutos de usarlos. Por cierto tienen ventajas fantásticas, como autofilmarse haciendo snowboarding…

No me quiero ni imaginar el hambre que debía tener el primer hombre que se comió una langosta, pero seguro que pensó «no fue tan mala idea, repetiré». Con este artilugio nos ha pasado lo mismo.

5.Si la vas a subir a Instagram justo después de hacerte la foto, no te olvides de comprobar lo que hay en los 180º que se escapan de tu campo de visión. Escanea los alrededores, ¿por qué? busca la palabra Photobomb en Google y hallarás la respuesta.

¡Socializa y haz buenas fotos!

 

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El cerebro bilingüe toma el control

Bilinguals go further.

Los bilingües van más lejos. Bilinguals go further.

 

Hemos leído mucho sobre las ventajas de ser bilingüe: se optimiza nuestra interacción social y laboral; trabajamos mejor realizando varias tareas a la vez; rendimos más; mejora nuestra capacidad de abstracción; nos concentramos mejor y nuestro cerebro permanece «en forma» durante más tiempo frente al Alzheimer.

Conviene decir que, aunque en menor grado, el bilingüismo también puede acarrear desventajas de tipo social y psicológico.

Pero hay algo que diferencia a los hablantes bilingües de los monolingües. Me refiero a la capacidad superior del hablante bilingüe para tomar decisiones. Según un estudio de la Universidad Pompeu Fabra, «El cerebro bilingüe es más flexible y se adapta mejor a los cambios del lenguaje. Por ello, los monolingües utilizan más que los bilingües áreas cerebrales propias del lenguaje (como el giro temporal medio izquierdo), mientras que los bilingües utilizan más áreas relacionadas con el control del lenguaje (como el cingulado posterior). Sin embargo, no se encontraron diferencias entre bilingües y monolingües cuando escuchan palabras».

Por ejemplo, imaginemos un americano de paseo por el casco antiguo de una ciudad española. Entra en un bar y haciendo gala de su cultura vinícola charla con el camarero sobre que variedad elegir. Cada clase de vino conocido le evocará recuerdos, emociones y sabores distintos que le transportarán a lugares y contextos pasados, pero también tendrá facilidad para «entender» marcas desconocidas. Las personas bilingües mejoran lo que la ciencia llama su «flexibilidad cognitiva» sobre las monolingües, una habilidad relacionada con la creatividad y las emociones que les permite adaptarse mejor a los cambios y procesar información de manera más eficiente para tomar una decisión final (función ejecutiva). Nuestro viajero americano por el hecho de ser bilingüe, tendrá mayor capacidad de organización en la «bodega» de su cerebro para procesar la información nueva.

Existe la creencia de que el cerebro de los hablantes bilingües es distinto del de los monolingües. Es un mito. No existen regiones cerebrales «especiales» propias de los bilingües. Creer algo así equivaldría a decir que los tenistas tienen distinta estructura ósea en las manos.

Lo que sí ocurre, es que al hablar dos idiomas estamos manejando dos subsistemas lingüísticos independientes entre sí, y al igual que con el deporte, cuanto más se practica mejores serán los resultados finales. De lo que no hay duda es de que el hablante políglota tiene mayor capacidad de comunicación verbal: conocimiento metalingüístico, competencia lingüística, pragmática y motivación.

Vamos, que los bilingües pueden presumir de súper-cerebro.

 

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Los anglicismos en el español.

Los anglicismos también llegaron a La Mancha.

 

Ángel Palenzuela vuelve a escribir en nuestro blog esta semana. Ésta vez reflexiona (y nos explica) sobre la incorporación de los anglicismos en el español y del riesgo que supone para el buen desarrollo de nuestro lenguaje. «Abrir la puerta» a los extranjerismos de forma abusiva y sin criterio, puede empobrecer nuestra lengua. 

El rápido desarrollo de los nuevos medios y la despreocupación por el lenguaje de la mayoría de sus desarrolladores han propiciado uno de los mayores problemas en el uso actual del español: la utilización y asimilación de términos extranjeros de forma abusiva, irreflexiva y engañosa. Aunque al principio nos pueda facilitar las cosas a la hora de aprender castellano, ya que la mayoría de las palabras adoptadas son de uso universal, este fenómeno pronto se puede volver en nuestra contra. Cuando se trata de ciertos temas como la informática, la mercadotecnia, la moda o las nuevas tendencias, o bien se añaden sin criterio, dando por hecho que se entiendo todo, o parece que importa más el efecto «modernizante» que el contenido. En casos extremos, pero cada vez más habituales, nuestro idioma llega a convertirse en un pseudolenguaje que va perdiendo sus cualidades y adoptando vicios ajenos.

Hay dos formas básicas de adoptar palabras extranjeras. Como nos referimos principalmente a la influencia del inglés, hablaremos de los anglicismos léxicos y los anglicismos semánticos.

Toda lengua se ha formado con una importante aportación de palabras de otros idiomas, conceptos o expresiones que describen nuevas ideas, objetos o situaciones. En nuestro caso serían los anglicismos léxicos, las palabras tomadas del inglés directamente, a veces para nombrar una nueva realidad tecnológica y, actualmente, la mayoría de las veces tan sólo para dar una determinada «identidad», una cierta «apariencia» a una información o producto. Se suelen adoptar tal cual, aunque en el contexto hispanohablante se tiende rápidamente a castellanizar la ortografía y la pronunciación; es el caso de, por ejemplo, la largamente adaptada «fútbol» (football) o la más reciente «bluyín» (blue jean) —esta última una acepción de la RAE polémica en su momento y, en nuestra opinión, superflua—. En algunos entornos el uso y abuso de estas palabras (leggins, low cost,trendy, gym, empowerment, merchanding) llega a menudo a convertir en artificiosos y hasta ininteligibles muchos de los textos que se publican en Internet.

Esta cualidad de las lenguas, que ha existido siempre y es parte intrínseca de su evolución, que resulta en general enriquecedora y que facilita el intercambio y el diálogo, se está convirtiendo entre los hispanohablantes en justamente lo contrario, un impedimento que se mueve entre la afectación y la indiferencia hacia los contenidos. No se trata tanto de que toda expresión nueva tenga que tener su equivalente en castellano, muchos términos son más comprensibles y prácticos si se dejan en su forma original; es más preocupante que, a la hora de expresarse, se suele tomar la vía directa pero menos adecuada: se utiliza una palabra inglesa que ya existe en nuestro idioma —workshop, espónsor, brainstorming, match point…—, o se inventa una nueva versión de una palabra similar pero que no aporta nada, puesto que ya existe un término en castellano que significa lo mismo y ya es de uso corriente —por ejemplo no hace falta decir tutorial cuando existe «tutoría» o «tutela», y tampoco aporta nada la palabra inicializar, que es lo mismo que «iniciar»—.

El siguiente paso en esta tendencia a mimetizarse con el inglés son los anglicismos semánticos, un serio problema porque ya no se limita a la sustitución de la forma, sino que se cambia el significado de una palabra en castellano; por un lado se deja de lado la correcta, que con el tiempo pierde fuerza, y por el otro se desvirtúa el significado de aquella que se ha escogido, no por su significado, sino porque se parece a la palabra inglesa (ordenar por «pedir», solución por «producto», casual por «informal»…). Un ejemplo muy claro de este empobrecimiento es la generalización de la palabra «rutina», que en inglés, tiene un significado más amplio, mientras que en español se refiere únicamente a una acción que se hace sin esfuerzo, por la fuerza de la costumbre; así, working routine sería algo tan distinto como «plan o planificación laboral»,  workout routine «tabla o secuencia de ejercicios», en el ejército hablaríamos de «maniobras» y en el caso de un deportista, de «plan de entrenamiento o disciplina».

Este fenómeno, ya muy extendido entre los hispanohablantes significa, además de un empobrecimiento significativo del lenguaje, una grave deformación de los significados que tiene como consecuencia una considerable pérdida de precisión y claridad. Debemos esforzarnos por entender el significado de las palabras, las de un idioma y las del otro, y recurrir en lo posible a textos que hayan sido traducidos por profesionales.

 

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Danza y comunicación: baila primero. Piensa después.

Anamarga durante una actuación

 

¿Cuánto conoces sobre los beneficios de la danza y la música? ¿Sabías que lenguaje y danza están en un mismo plano? Anamarga, una de las referencias actuales  más importantes de la danza en España, nos desvela en este artículo las conexiones que existen entre danza, música, lenguaje, aprendizaje y educación.

BAILA PRIMERO. PIENSA DESPUÉS. ES EL ORDEN NATURAL. Lo dijo Samuel Beckett y no puedo estar más de acuerdo.
Mi experiencia es la danza flamenca.

Que disfrutemos de la música es algo que ha traído de cabeza a científicos y biólogos, porque a simple vista parece que es algo que no tiene importancia. Entonces,

¿por qué bailamos y cantamos?

¿Por qué tocamos instrumentos?

¿Por qué vamos a conciertos?

¿Por qué el ser humano desde hace miles y miles de años destina energía y recursos a esta actividad?

La respuesta no es sencilla y tiene que ver con las leyes de la selección natural, simplemente nos gusta porque obtenemos beneficios físicos y psíquicos y nos produce un inmenso placer. Activa el sistema límbico y baña nuestro cerebro de endorfinas, las mismas hormonas que generamos cuando le damos un beso apasionado a alguien o nos comemos un buen trozo de tarta de chocolate, y es más, cuando cantamos y bailamos en grupo en un concierto, esa misma hormona nos ayuda a establecer lazos sociales y nos conecta, por lo tanto es parte de nuestra supervivencia.

La música está presente en todas las culturas desde hace miles de años y los científicos creen que podría haberse desarrollado como una forma de comunicación sencilla y natural anterior al lenguaje verbal, mas complejo por su sintaxis y reglas. De hecho, hay varias teorías que argumentan que la danza nació antes que el lenguaje a juzgar por las pinturas rupestres prehistóricas halladas en distintas zonas.

Desde que nacemos venimos preparados de serie para aprender patrones y estructuras. Gracias a la imitación y a la repetición aprendemos también a hablar, y esto hace que la música sea música. Pero además está la emoción, la música y la danza se procesan en regiones del cerebro asociadas a los sentimientos y a la memoria, de ahí que una melodía pueda generarnos desesperación o euforia, que pueda llevarnos a la mas profunda tristeza o alegría o recordarnos un momento de la infancia.
Cuando escuchamos o tocamos música, cuando bailamos, se activan múltiples áreas de nuestro cerebro, la parte del cerebro responsable del pensamiento racional se encarga de aprender lo que es la música.

Lo que la ciencia ha puesto de manifiesto es que hay dos grandes enseñanzas que sacamos de la música y de la danza:

1º Es el medio de comunicación que favorece las relaciones sociales, permite que la gente esté al lado unas de otras, imitándose, hablándose, y lo más importante conectando y comunicándose.
2º La música y la danza desarrollan la capacidad de planificar y de controlar tareas distintas que se ejecutan simultáneamente. Ayudan a mantenerte concentrado, y sin embargo todo esto ocurre mientras disfrutamos, solos o en compañía… es maravilloso.

Todos sabemos que las artes en general no forman parte de las conocidas como materias troncales, muy al contrario de lo que la neurociencia está demostrando desde hace ya algunos años. La danza no forma parte de los currículos de la formación primaria o secundaria. En primaria la música puede que en la nueva Ley de Educación desaparezca, y las artes plásticas están cada vez más arrinconadas, a pesar de que estamos rodeados de arte. A la larga esto trae consecuencias, la música y la danza aportan beneficios que duran toda nuestra vida a partir de una edad temprana y conducen a una mayor habilidad intelectual fuera de la música y la danza, o sea, sirve para todo. ¿Os preguntareis si eso ha sido probado? Las personas han sido capaces de mostrar diferencias claras en la memoria operativa que es la capacidad de recordar cosas, en una manera de usarla a corto plazo, mientras estas pensando, haciendo cálculos y planificando.

En definitiva, podemos beneficiarnos de lo que la danza y la música nos enseña en nuestro trabajo, en nuestra vida privada, solos, en pareja o en grupo.

¿Alguien se imagina la vida sin arte? Yo no.

 

Romance y ortografía

amor y gramática

 

Leo algo en Facebook que me hace reír y a continuación pensar:

Se conocieron a la salida de un bar.

Fue amor a primera vista.

Intercambiaron números de teléfono.

A la mañana siguiente:

Ella: hola guapo, ¿cómo estás?

Él: vien ermosa, y tu?

Ella cambia de número, de ciudad y … hasta de nombre.

FIN

¿Cuánta «incompetencia lingüística» estaríamos dispuestos a asumir por el ser amado?

¿Tenemos una especie de termómetro que nos avisa de cuando echar a correr ante los gazapos gramaticales de quienes esperamos «algo» o por el contrario el amor lo perdona todo?

Bromas aparte, está demostrado que un correcto uso del lenguaje favorece las relaciones interpersonales. Si dos personas comparten el mismo nivel de habla tendrán mucho terreno ganado para un futuro desarrollo en su relación, cualquiera que sea. El lenguaje escrito es nuestra «tarjeta de visita», nuestras credenciales educativas y una buena ortografía puede llegar a enamorar.

Esta reflexión afina bastante el asunto. Quizá deberíamos entender la ortografía como parte de nuestro atrezzo lingüístico, las gotas de perfume que redondean nuestra presencia gramatical. Lo que no se escucha pero se lee y dice mucho de quienes somos.

Romance y ortografía, más cerca de lo que creíamos.