Feliz Navidad

Feliz Navidad

Feliz Navidad

 

Hoy 25 de diciembre no queremos olvidarnos de todos nuestros seguidores y lectores. Los que estáis aprendiendo español, los que por casualidad habéis llegado hasta aquí, los curiosos. Los que esta noche vais a cantar villancicos y comer turrón y los que no también, estéis donde estéis, para todos, de parte del equipo de Syllabus, ¡Feliz Navidad!

El misterio de educar en el arte

Claudia Iza en tu taller de pintura.

Claudia Iza en tu taller de pintura.

 

Es propio de los buenos profesores (y todo un arte) que quieran estimular el potencial creativo de sus alumnos para que fuera de las normas, puedan encontrar su propio camino y crecer desarrollando una identidad. La diseñadora y profesora de pintura Claudia Iza nos recuerda con esta anécdota vivida en primera persona, que no solamente los alumnos aprenden de los profesores. 

En el exterior de mi estudio la lluvia cae con fuerza, insistente y casi musical, mientras, me preparo un té calentito… ummmm. Es un ritual dejarme caer en mi sillón amarillo y esperar de mi última obra, que me hablen  sus pinceladas prusianas y desmedidas que a veces  me complacen y otras me agotan. Por suerte suelo retornar de ese estado por la atención que reclaman mis alumnos.

Es sabido que la comunicación eficaz entre alumnos y profesor empieza por una acertada metodología de enseñanza. En mi caso el mundo de las palabras se transforma en un lenguaje plástico apropiado para cada alumno y su obra.

En una ocasión Arielle, alumna curiosa y decidida, me pregunta: ¿cómo puedo expresar rabia y furia en esta zona de mi pintura?

Le digo yo…vaya…a ver Arielle (pausa), observa  tu pintura y ¡prepárate para la furia! Mezcla, por ejemplo, en tu paleta, amarillo cadmio con carmín de garanza o amarillo con azul cobalto, amarillo con gris de payne, el amarillo es el más voluble, pierde su carácter y se convierte en un crisol de emociones.

OK, dice Arielle, entoces, ¿cuánto de amarillo y de carmín? porque sé que el violeta es  5 partes de azul y 2 de rojo y el marrón 2 de azul, 2 de amarillo y 1 de rojo…(silencio)

ya, le digo, déjate llevar Arielle, dale una oportunidad a tu cerebro, deja que desconecte de lo académico y viva este episodio de colores desordenados en tu lienzo.

Ahhh, umm, (silencio), me mira, (pausa) a continuación observa su pintura y sin pestañear estampa  la paleta de colores en el lienzo, como si fuera una tarta que acaba en un rostro, la gira una y otra vez con rabia y fuerza,  para exhausta y dice ¡uauuu!

Y yo apelo a un Goya anciano, me acuerdo de una litografía de su álbum de Burdeos que se titula “Aún aprendo”.

 

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Ser o estar, esa es la cuestión.

Verbos ser y estar

¿Es lo mismo ser malo que estar malo?

 

La cuestión que trae de cabeza a tantos estudiantes de español. Los profesores lo saben, los alumnos también. No le des más vueltas. Queremos arrojar un poco de luz sobre este asunto para que veas que distinguir entre los verbos ser y estar es más fácil de lo que parece.

¿La solución?

Aunque no existe una «norma mágica» que nos permita saber cuando utilizar uno y otro y sí varios intentos de diferenciación entre los dos verbos, estamos convencidos de que el método más apropiado y el que más afina en la distinción es el que hemos llamado esencia-estado. El verbo ser lo asociamos con lo esencial o la identidad de algo/alguien, mientras que el verbo estar refleja lo temporal y los estados de la persona.

Ejemplo clásico: Jorge es simpático (siempre lo es. Es parte de su carácter).

Jorge está simpático (ahora, pero no es lo habitual. Es algo pasajero).

Por supuesto existen numerosas excepciones en las que lo esencial en el verbo ser es dudoso: El coche es azul pero lo vamos a pintar de rojo.

A lo anteriormente dicho tenemos que añadir los usos de cada uno:

 

Ser se usa con:

elementos relacionados con la identidad: origen, profesión (soy abogado), personalidad y carácter, nacionalidad, descripción física, raza, género

cosas relacionadas (que ocurren) con el tiempo: acontecimientos, estaciones (en otoño se nota que los días son más cortos), fechas, días, etc.

Posesión. Pronombres posesivos (es suyo).

Estar se usa con:

Los estados físicos, emocionales y mentales de las personas: sensaciones, estados de ánimo, emociones (Estoy muy contento de volver a verte), apariencia física, estado civil (soltero, divorciado).

Lugares: localización de cosas y personas. Pablo está en Sevilla.

Movimiento: utilizamos el presente continuo. Estamos caminando hacia la bahía.

 

¿Es lo mismo ser bueno que estar bueno? Sería una buena pregunta para el doctor House, pero como no sabemos lo que podría contestarnos, vamos a resolverla nosotros. Ser bueno significa ser buena persona, bastante distinto de estar bueno, lo cual hace referencia a ser atractivo físicamente. Bueno tiene dos significados dependiendo del verbo que empleemos. La diferenciación por palabras es (aunque no nuestra preferida) otra manera de diferenciar entre ser y estar.

Fíjate en como estos adjetivos (borracho, listo…) cambian de significado dependiendo del verbo que empleemos:

    SER                        ESTAR

                                                       Borracho:    Alcohólico             Intoxicado

                                                       Listo:            Inteligente             Preparado

                                                       Preparado:  Educado                 Listo

                                                       Vivo:             Despierto               No muerto

                                                       Verde:           Color                     Inmaduro        

 

¿A que no era tan difícil?

 

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El Barco

El Barco de Berria

Imagen publicitaria de mediados de los años 40. Eran tiempos de gloria.

 

Un barco de piedra sobre una playa de finísima arena blanca apenas transitada salvo por los locales. Aquel era un lugar especial. Glamour solitario de frecuencia alta junto al mar. Poesía pétrea incrustada en cristales de sal. Romanticismo soportando tormentas, largos y cálidos veranos y turistas curiosos por ver qué era aquella espectacular construcción.

A mediados de los años 40, la santoñesa playa de Berria era un paraíso deshabitado y salvaje a años luz de cualquier concepto del turismo que hoy día conocemos y allí estaba, imponente, aquel navío inmóvil recién construido. Casi el único lugar con vida de la playa, donde majestuosamente anclado en un paraje auténtico invitaba a dejarse hechizar por la efervescencia de la brisa marina y la espuma de mar mientras desde la terraza se contemplaba el ocaso por el oeste.

Mucho antes de que España conociera su boom turístico en los 60, una mujer pionera y visionaria, doña María Luisa Ibáñez de Betolaza, se adelantó a su época construyendo en 1947 El Balneario, como lo conocían en Santoña, también llamado El Casino por los turistas principalmente franceses o el popularmente recordado por todos como El Barco. Las opciones de ocio en la posguerra no abundaban y menos aún en un pueblo de pescadores, por lo que algo tan avant-garde en la forma y en el fondo, escenario de bodas, banquetes, bailes sociales y homenajes no podía pasar desapercibido.

Un domingo cualquiera de primavera podía ser así: al aparcamiento frontal junto a los jardines que lindaban con la carretera llegaba un Hispano Suiza del que descendían los padres y sus niños. Te recibían impecables camareros de smoking antes de sentarte a comer marisco -pescado a pocos metros de allí- en una mesa cubierta con mantel de hilo. La comida se servía en vajilla de porcelana en el comedor decorado con muebles art decó, cortinones y apliques en las paredes y a través de cuyos enormes ventanales rotúndamente redondos, solo se podía ver el mar. O por qué no, la emoción de sentirse a bordo en una velada amenizada con la música de una orquesta ajena al chaparrón que intentaba traspasar los ojos de buey del barco.

Pero el tiempo no espera por nada. La magia duró tres décadas y como si del exterior de una película se tratara, el encanto Hitchconiano propio del esplendor de los años 50 se fue transformando en la decadencia Polanskiana de los exagerados 70 para desaparecer para siempre en 1981.

 

El Barco de Berria

A pocos lugares la decadencia les sentaba tan bien.

 

El hecho de que ya no exista no hace más que alimentar su leyenda. Los turistas no entienden cuando oyen qué han aparcado sus furgonas en «El Barco», de la misma manera que los jardines hoy desolados, si pudiesen pensar, se sentirían abrumados por el imparable efecto de las barbacoas de domingo y las familias acampadas.

De aquel extraordinario restaurante nos queda el recuerdo, las imágenes y alguna que otra anécdota, como la que cuentan los marineros cuando de noche, al salir a faenar, las luces y la silueta de El Barco les hacía confundirlo con otro pesquero. Permanecen como extraños testigos de otro tiempo el muro de piedra que lo separaba de la playa y el suelo de cerámica azul y blanca que hoy atraviesan los surfistas corriendo a pocos metros de sus olas.

 

Casino de Berria

Detalle actual del suelo del comedor.

Coches de época a la entrada de El Barco.

Coches de época a la entrada de El Barco.

Mi especial agradecimiento a D. José Martín Solaeta por toda la documentación que aportó para este escrito.

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El lenguaje en el viaje.

viajar es aprender

El lenguaje es el vehículo que te hará rodar con seguridad en cualquier país.

 

Están muy de moda las citas trotamunderas, aconsejadoras e inspiradoras de sabiduría asociadas al concepto de viaje como experiencia de vida. Todo pensador, escritor o artista que se precie tiene una que además se puede leer en una fotografía vintage. Es algo viral en la red.

Me quedo con estas:

Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro. Emily Dickinson.

El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando. Unamuno.

El que emplea demasiado tiempo en viajar, acaba por tornarse extranjero en su propio país. René Descartes.

El que no viaja, no conoce el valor de los hombres. Proverbio árabe.

El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla. Isabel Allende.

Dentro de veinte años lamentarás más las cosas que no hiciste que las que hiciste. Así que suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre. Mark Twain.

No está en ningún mapa. Los lugares verdaderos nunca lo están. Herman Melville.

Sin embargo, echo de menos en las citas que he encontrado algo fundamental e intrínseco en cualquier viaje o aventura. El concepto de lenguaje. La R.A.E lo define así. Sin él, la comunicación retrocede al paleolítico (perdona si este enlace te distrae del texto y se te hace largo pero no he encontrado el de Raquel Welch), aunque sobre esto habrá opiniones, ya que podemos comunicarnos sin hablar.

Se pueden escribir ríos de tinta sobre los beneficios estrictamente lingüísticos de dominar la lengua de destino para el viajero, aunque poco se ha dicho sobre la experiencia emocional que se destila como resultado de dicha competencia lingüística.

Por ejemplo, en tu ansia de explorar nuevas culturas decides aprender español. Viajas a España, Estados Unidos o Sudamérica para dominar el idioma en vivo y llega un momento en el que ya no es tan importante si estás frente a las ruinas de Machu Picchu o en la Catedral de León, España. Entonces te das cuenta de que ya no solo hablas, te comunicas y resuelves situaciones, sino que empiezas a entender como ellos. Captas pequeños matices (distintas formas de decir lo mismo en una misma lengua o largos y elocuentes silencios como ocurre en algunos países de Sudamérica) que trascienden lo puramente conversacional, lees entre líneas lo que oyes y te sientes más que realizado.

Cuando tu lengua madre y tu lengua meta comparten esa aproximación, esos detalles, sabes que ha merecido la pena, que no va a haber una vuelta atrás y que estás rodando en la mejor parte del viaje idiomático.

Un vistazo a la inmersión lingüística. Parte 2

 

linguistic immersion

Si vas, lo sabrás.

 

Article in Spanish/ English.

Las aficiones que aparecen en nuestra vida cuando menos lo esperamos tienen un extra de emoción. Si además suceden en el ámbito del aprendizaje de una segunda lengua, el desafío y la recompensa por lo aprendido se dispara.

Un término que ha llegado para quedarse. La «inmersión lingüística» se ha convertido en pocos años en vocablo de moda. Google me dice que existen 445.000 entradas para un concepto que cada vez se lee y se oye más y no sólo entre profesionales y aprendices de idiomas. Es normal, se entiende a la primera que consiste en empaparse de la cultura y lengua meta deseadas para extraer el máximo conocimiento de ambas y alcanzar así el bilingüismo.

El motivo de estas líneas es animar, a primerizos sobre todo y a los que se lo piensan demasiado, a descubrir la realidad del lenguaje en su estado puro, por ello, si el primer artículo abordaba el salto al destino lingüístico desde «casa» o cómo podíamos preparar el terreno antes de «zambullirnos en el mar de las expresiones de los países de ultramar», esta segunda parte pone su foco en nuestras expectativas, sueños y cosas que nos gusta hacer antes de venir a España a tiro hecho.

Estas tres sugerencias harán que tu escapada española comience mucho antes de subirte al avión:

1. Ahora que sabes a donde quieres ir y dónde vas a estudiar, no está de más que conozcas el lugar de antemano. Nunca ha sido tan fácil como ahora: mapas, distancias, calles, tiendas, plazas, museos, parques, centros comerciales, sitios con WIFI, bancos, transportes… tener localizados los lugares clave te ahorrará el síndrome del trotamundos despistado que pregunta a los locales sin parar con un mapa arrugado en la mano. Te conviene tener controladas tus opciones de ocio para economizar tiempo antes de la «zambullida».

2. Las aficiones de las que hablábamos en el primer artículo las vamos a buscar. Céntrate en algo que te encante y domínalo también «en español». Un apasionado del arte moderno cuando viaja sabe donde están los museos, al igual que el buen gourmet no puede regresar a su país sin degustar la cada vez más influyente cocina española. Parece algo obvio explorar nuestros gustos fuera de nuestras fronteras, pero se puede ir más allá, si lo tuyo es el arte y visitas el museo Guggenheim en Bilbao (nuestra excursión preferida), ¿cuánto podrías contar en español sobre lo que has visto? ¿hasta dónde te sumerges desde el punto de vista léxico y semántico? Piénsalo.

3. Cuando cursé mi Beca Erasmus en Manchester, Inglaterra, recuerdo como un amigo se inventó nada más llegar un estilo de vida que apenas conocía: el kárate. De las sesiones en el gimnasio pasó a tener su «peña karateca» excursiones y eventos incluidos. He sabido que a día de hoy, muchos años después, ha llegado a convertirse en algo así como un «maestro» de las artes marciales. No puedo pensar en aquel chaval sin acordarme de Forrest Gump. Quiero decir con esto que un programa de inmersión puede ser doblemente enriquecedor. Una oportunidad más allá de las reglas gramaticales te puede sorprender…viajas a España para afinar tu segunda lengua y de vuelta a casa traes una guitarra flamenca al hombro. Y todo porque en algún momento te enganchaste al virtuosismo de Paco de Lucía.

Las aficiones que aparecen en nuestra vida cuando menos lo esperamos tienen un extra de emoción. Si además suceden en el ámbito del aprendizaje de una segunda lengua, el desafío y la recompensa por lo aprendido se dispara. A parte de la experiencia, ¿Crees que merece la pena todo ese input lingüístico nuevo?

No quiero terminar de escribir sin agradecer a los chicos de Linguistadores el haber compartido en su blog la primera entrega que un servidor redactó hace 8 meses.

Y si te apetece leer algo más sobre este tema, échale un ojo a este otro artículo:

Que pases un buen día.

 

A quick look at language immersion. Part 2.

«The excitement of taking up new hobbies when we least expect ourselves to do so has an extra touch of emotion. When it happens during the learning context of a second language, the challenge and reward for what we’ve learned shoots up.»

An expression that has come to stay. «Linguistic immersion» has become within a few years a trendy term. Google tells me that there are 445.000 entries for a concept that seems to be more and more read and heard and not only among professionals and language learners. It’s normal, it’s understandable that it is about getting soaked with the desired culture and target language to obtain the maximum knowledge from both to master bilingualism.

The purpose of these lines is to encourage the ones who think about it too much and especially first-time learners to discover language reality in its purest state, for this reason, If the first article moved toward the linguistic destination from «home» or how we could pave the way before «Before diving into the idiomatic sea of distant countries», this second part focuses on our expectations, dreams and things we like doing before coming to Spain directly.

These three suggestions will make your Spanish getaway starts much before you board your flight.

1. Now that you know where you want to go and study, it might be of interest that you gain prior knowledge of the place you are going to. It’s never been as easy as now: maps, distances, streets, shops, squares, museums, public parks, shopping centres, indoor WIFI places, banks, transports… to know where the key places are, will save yourself from the absent-minded globetrotter syndrome characterised by asking the locals nonstop with a crumpled map in your hand. It is convenient to have your leisure options under control to save time before you «dive in».

2. We will look for the hobbies we talked about in the first article. Focus on something that you love and master it «in Spanish» as well. A modern art freak, when he travels, knows where the museums are, just like a good gourmet can’t go back into his country without tasting the increasingly influential Spanish cuisine. It looks obvious to explore our tastes outside our borders, but we can go further, if you are into art and visit the Museum Guggenheim in Bilbao (our favourite excursion), how much would you be able to tell in Spanish about what you’ve seen? How deep will you dive from the lexical and semantic point of view? Think about it.

3. I remember when I went on an Erasmus program in Manchester, England, how a friend soon after his arrival, invented for himself a style of life that he hardly knew: karate. From the gym sessions he joined a «karate group» that included excursions and events. I was told nowadays, many years later, that he has become some kind of martial arts «maestro». When I remember that young lad I cannot help thinking about Forrest Gump. In other words, an immersion programme can have two-fold positive effect. An opportunity beyond grammatical rules can surprise you… you travel to Spain to fine-tune your second language and on your way home you bring a Spanish guitar on your shoulder. All because at some point you got hooked to Paco de Lucía’s virtuosity.

The excitement of taking up new hobbies when we least expect ourselves to do so has an extra touch of emotion. When it happens during the learning context of a second language, the challenge and reward for what we’ve learned shoots up. Apart from the experience, do you think it is worth all that new linguistic input?

I don’t want to stop writing without thanking the guys from Linguistadores to have shared in their blog the first issue I wrote 8 months ago.

If you feel like reading a bit more on this topic, see this article:

Have a great day.

 

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