Ilustración: adaptación de Antonio Mingote.
Luces, cámara… ¡hablamos español!: El cortometraje en la enseñanza de ELE.

Los estudiantes que visitan Syllabus saben que nos gusta que los alumnos aprendan divirtiéndose, dejando de lado el libro de texto y centrándonos en una enseñanza más natural y motivadora. El cine, la música, el teatro, la danza, las situaciones reales son un contexto ideal. Cristina Pablos, quien recientemente ha hecho sus prácticas de máster de la UIMP con nosotros, es consciente de las muchas virtudes del arte en el aula, y desde hace tiempo lleva poniéndolo en práctica. Lo suyo son los «cortos», pequeñas historias con las que deleitar la curiosidad cultural de sus alumnos a través del cine. Veamos como lo hace ella con un cortometraje.
Cuando enseñamos español a estudiantes de otras lenguas, siempre buscamos maneras de hacer las clases más vivas y significativas. Como profesora de español a veces siento que, por más que explico una estructura gramatical o muestro ejemplos del libro de texto, los alumnos no terminan de interiorizarlo. Aquí es donde el cortometraje se convierte en un aliado excepcional.
Basuraleza
Una palabra como «basuraleza» era necesaria; y lo es porque nadie se queda igual al oírla. Este neologismo nos hace pensar al instante que hay algo que no estamos haciendo bien.
¿Qué es basuraleza?
No es más que un término nuevo para un problema viejo. En marzo de 2018 el Proyecto Libera creó y promovió la palabra basuraleza con la intención de concienciar a la sociedad de este grave problema ecológico que consiste en «el abandono de la basura en los diferentes ecosistemas españoles».
La palabra surgió como alternativa al término inglés littering, con el que hasta entonces se venía citando el problema medioambiental del abandono de residuos en espacios naturales. El acrónimo surge de la unión de los términos basura y naturaleza, produciendo una voz lo suficientemente potente y directa como para despertar la conciencia de la ciudadanía.
¿QUIÉN ES QUIÉN? Del salón de casa al aula de ELE.
¿Te acuerdas de estas caras?
En plena fiebre de lo vintage, donde lo antiguo es tendencia y se actualiza como si fuera un teléfono móvil, no podían ser menos los juegos de mesa, los de toda la vida, los que amenizaban las tardes con familia y amigos. Ana Piña, filóloga y alumna de Syllabus realizando sus prácticas de la UNIR, ha sabido capitalizar esta idea y darle un twist de lo más práctico, convirtiendo el mítico juego ¿Quién es quién? en herramienta de aprendizaje para la clase de ELE, eso sí, a la española y con más posibilidades de juego de las que conocíamos.
Cuando en 1860 un joven litógrafo llamado Milton Bradley decidió darle un giro de 180 grados a su negocio y comenzar a producir juegos de mesa, seguramente no se imaginaba que marcaría los recuerdos de muchos niños en todo el mundo durante generaciones, uniendo a familias y amigos alrededor de un tablero. Más de un siglo después, su nombre seguiría impreso en las cajas de los juegos de mesa de millones de familias: Hundir la flota, Conecta 4, Operaciones, Twister… Sin embargo, el protagonista de este artículo es el juego ¿Quién es quién?
DEPORTISTAS ESPAÑOLES DE ÉLITE Y EL MENSAJE QUE TIENEN PARA NOSOTROS.

1972. Paquito Fernández Ochoa unos instantes antes de alcanzar la gloria en Sapporo.
Si hay algo en lo que nos ponemos de acuerdo todos los españoles, algo que nos mantiene unidos vengamos de donde vengamos o votemos a quien votemos, eso es nuestros deportistas de élite: todos celebramos al unísono el triunfo de la Selección Española en un mundial, el último Grand Slam que gana Nadal o un podio de Fernando Alonso. Hay que reconocerlo y no es chauvinismo, España tiene un buen ramillete de mitos del deporte que ya quisieran en Marvel para su colección de héroes.
Hay algo más que trasciende la simple admiración hacia el mitificado deportista profesional que aparece en el póster. Cuando nos preguntamos por qué está ahí en lugar de en un reality de disfraces, imaginamos un peregrinaje cargado de un esfuerzo físico enorme, así como toda clase de privaciones en pro de una meta, además de una concentración y determinación extraordinarias. Definitivamente, para ser el número uno hay que estar hecho de otra pasta.
LA DISLEXIA EN EL AULA DE ELE. Claves para su intervención.
Está siendo habitual en los últimos años que los alumnos de máster de ELE de la UNIR (Universidad internacional de la Rioja), cursen sus prácticas de máster en Syllabus. Esta vez hemos tenido la suerte de haber tenido con nosotros a Ana Sánchez, quien ha estado aprendiendo, desarrollando y poniendo en práctica su trabajo con estudiantes internacionales de español.
Ana está especializada en la enseñanza del español para alumnos disléxicos, así que nos ha querido ilustrar sobre este tema ofreciéndonos unas pautas para que éstos alumnos puedan optimizar su aprendizaje.
«Si yo no aprendo en el modo que tu enseñas, ¿por qué no me enseñas en el modo en que yo aprendo?». Harry Chasty, 1984.
¿Qué entendemos por dislexia? Esta es una pregunta interesante. Sin embargo, tal vez sea más útil comenzar diciendo qué no es. La dislexia no se trata de una enfermedad, ni de un déficit cognitivo; no implica daños neurológicos y no se reduce simplemente a un problema de lectura.
Para hacernos una idea de en qué consiste la dislexia, os voy a contar una anécdota que me ocurrió dando a clase a un niño con estas características. Un día, llevé al aula una actividad basada en un trabalenguas. Al resto de la clase le entusiasmó pero a este niño le cambió la cara. Cuando le pregunté si le gustaba la tarea, él me dijo que le parecía difícil y que le costaba mucho leer el trabalenguas, que las letras “se le movían”. Lo que para los demás era una tarea divertida y un reto que superar, para él era un trabajo que le exigía una atención y concentración extra. Más que un trabalenguas, era un mensaje escrito con un “código oculto”
Un niño o niña con dislexia tiene dificultades para leer bien las palabras y relacionar letras con sonidos, lo que hace que lean de forma lenta y con errores. También les cuesta entender lo que leen, recordar palabras y escribir correctamente.
He visto en las aulas a estudiantes disléxicos que tienen problemas con las actividades escritas porque les requieren más esfuerzo y tiempo que a los demás. A menudo, se les llama vagos o poco trabajadores, lo que les genera desinterés, falta de motivación y baja autoestima.
En cuanto al aprendizaje de una lengua extranjera, los estudiantes disléxicos tienen muchas dificultades. Les cuesta distinguir sonidos, reconocer y memorizar palabras, secuencias (como los días de la semana) e historias. También tienen problemas con rimas, ortografía, pronunciación y uso de estructuras fonológicas como invertir, sustituir o añadir sonidos y palabras (Carrillo, 2015). Por ejemplo, podrían decir «Me gusta el helado» como «El gusta me helado». Un aspecto curioso es como el alumnado disléxico puede tener una mejor comprensión del español hablado, aunque suelen experimentar mayor dificultad en la lectura de textos en voz alta.
Algunas pautas de intervención que se pueden llevar al aula de ELE para mejorar el aprendizaje del español en niños y niñas con dislexia pueden ser:
–Métodos visuales y auditivos: apoyarse en elementos visuales o auditivos como imágenes, gráficos, palabras destacadas, infografías, videos o audios.
– Conciencia fonológica: enseñar claramente los sonidos de un nuevo idioma (L2/LE) y su relación con las letras. Se puede hacer mediante actividades como identificarpalabras que comienzan con el mismo sonido, dictados de palabras, formar palabras comunes, deletreo, etc.
– Vocabulario: aprender las palabras más comunes y recordar su pronunciación, especialmente en los niveles iniciales. Se pueden usar tarjetas visuales y juegos de memoria.
– Sesiones cortas, específicas y dinámicas: un método útil es la respuesta física total, que implica escuchar y responder con acciones para entender el significado de las palabras y aprender el lenguaje.
– Tecnologías: lectores de texto, audiolibros, aplicaciones y recursos digitales pueden ayudar a los estudiantes con dislexia a aprender a su propio ritmo.
– La evaluación: debe adaptarse para centrarse más en el contenido que en la forma. Los exámenes escritos no siempre son eficaces para estudiantes con dislexia, por lo que se pueden usar otras opciones como la evaluación oral o hacer ajustes en las pruebas (dar más tiempo, simplificar las instrucciones, aumentar el espacio para escribir, organizar las preguntas de manera clara, resaltar palabras clave o dar ejemplos). También se pueden usar preguntas tipo verdadero/falso, opción múltiple o de unir términos. Al corregir, es importante no enfocarse en todos los errores, usar colores adecuados (sin rojo) y fomentar un enfoque positivo hacia los errores. Una de las cosas que más les gusta escuchar al alumnado disléxico en un examen es que se tome su tiempo.
La dislexia presenta dificultades, pero también fortalezas que podemos aprovechar en el aprendizaje de idiomas. Para estudiantes con dislexia en clases de español, es importante usar su creatividad, pensamiento visual y capacidad de adaptación. Superar los retos es posible con estrategias adecuadas, recursos alternativos y un buen vínculo entre docente y alumnado. Enfocarse en las fortalezas, celebrar los logros y motivarles mejora su autoestima y confianza.
ANA SÁNCHEZ RAMÍREZ
BIBLIOGRAFÍA
– Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). (n.d.). Dificultades de aprendizaje: Cómo la dislexia afecta en la enseñanza del inglés. Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP).
https://www.isep.es/actualidad/dificultades-aprendizaje-dislexia-ensenanza-ingles/
– Cuetos, F. (2011). Psicología de la lectura (8ª edición). Madrid. Editorial Wolters Kluwer España Educación.
– Paniagua-Martín, D. (2024). La dislexia en la enseñanza de español como L2/LE: aportaciones teóricas y derivaciones prácticas. Biblioteca de Babel: Revista de Filología Hispánica, 5, 9-34.
https://doi.org/10.15366/bibliotecababel2024.5.001
– Carrillo Expósito, M.ª L. (año). Aprender de la dislexia para enseñar español: Introducción a la dislexia para afrontar la enseñanza de LE. SS di Io Grado E.
Cocchia, Avellino.






