Inventemos un idioma

Un mismo idioma une ideas. Yellow Submarine. The Beatles, 1968.

 

¿A quién no le gustaría ser recordado por haber inventado un idioma?

Si en una conversación con amigos surge el tópico de «innovar en la comunicación» casi seguro que el total de los presentes pensará en tecnología. Es normal, los gadgets electrónicos parecen querer competir con nuestra inteligencia en una carrera sin meta. Sería raro que alguien añadiera la palabra «código» al debate porque no dudamos de nuestros códigos lingüísticos, eso es algo solucionado. Intercambiamos información ágilmente como nunca lo habíamos hecho antes gracias a unos sistemas de signos porque funcionan bien.

Pero seamos un poco ilusos e imaginemos no necesitar escuelas de idiomas, ni traductores, ni dificultades comunicativas en el extranjero, ni trabas socioeconómicas o culturales. Imaginemos vivir bajo el mismo paraguas lingüístico.

Esta pregunta te la has tenido que hacer: ¿por qué no tenemos todos los habitantes de la tierra una lengua común?

Ese intento de convergencia lingüística internacional se llamó Esperanto. En 1876 L.L. Zamenhof tuvo la visión de crear una lengua auxiliar que por su carácter aglutinador (su vocabulario proviene de lenguas indoeuropeas, el latín y el griego clásicos) era considerada la lengua más fácil de aprender incluso de manera autodidacta. Una lengua de nadie y de todos ideada para la comunicación entre los pueblos del mundo. Destinada a unir a los hombres y sus culturas.

En la actualidad a pesar de ser una lengua completamente desarrollada, el Esperanto no ha experimentado la difusión «esperantada». Tan sólo un máximo de 2 millones de personas en todo el mundo lo hablan (Ĉu vi parolas Esperanton?), mayoritariamente como segunda lengua.

Esperanto

Cartel del V Congreso Universal de Esperanto, celebrado en Barcelona (1909).

Tal y como están las cosas no parece que vayamos a necesitar de la creación de una lengua global. La hiperconexión entre los ciudadanos del mundo ha disparado los hablantes de inglés, chino y español. Pero si desde luego a alguien tuviéramos que atribuir el éxito en la invención de un lenguaje, ése es David J. Peterson, conocido por haber creado estos dos lenguajes con sus respectivas gramáticas y vocabulario, el Dothraki y el High Valyrian. Los seguidores de Juego de Tronos saben de lo que estoy hablando.

Su labor creativa no termina ahí, también inventó el Shiväisith para el éxito de taquilla de Marvel Thor: The Dark World. Nos lo cuenta con detalle en su libro The Art of Language Invention y nos anima y asesora para crear nuestro propio lenguaje.

La música y la pintura son también lenguajes que han tenido que ser inventados, con códigos propios, creativos y reconocibles. Algunos tan significativos como las pinturas rupestres de Altamira (Cantabria) o la iconografía que rodeaba la música de los Beatles.

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