El legado de 4 músicos españoles que se fueron demasiado pronto.

«He gastado mil días en descifrar todas las mentiras que ahora son verdad». Enrique Urquijo, Alguien como tú.

 

 

Mientras escribo gira en mi plato No me iré mañana de Antonio Vega, un sonido tan original y esencial en la historia de la música española moderna como lo fueron  Mediterráneo de Joan Manuel Serrat, Cuatro Rosas de Gabinete Caligari, Gipsy Rock de Las Grecas o el Devil came to me de Dover, por citar algunos.  Además así es más fácil entrar en sintonía con el texto que estoy escribiendo.

A quien elegir y a quien dejar fuera en una selección de leyendas musicales desaparecidas lleva su tiempo. Por eso el criterio a elegir debía aglutinar a 4 personalidades destacadas de la música contemporánea española. 4 creadores dispares entre sí. 4 músicos españoles complementarios. Un collage compuesto por un genio nostálgico, un juglar fantástico, un bohemio atormentado y un caballero romántico a los que el destino, la mala vida o la tragedia -poco importa el motivo- apagó su talento musical y humano.

Antonio Vega compuso La chica de ayerhimno de los 80, en 1977 cuando estaba haciendo la mili. Fue la canción que puso a Nacha Pop, su grupo, en el epicentro de la Nueva Ola madrileña en 1980. Unos años después, en 1983 demostró su madurez musical con Una décima de segundo. Ahí empezó todo. Antonio Vega, aquel chico melancólico, hermético, mágico y metafísico -imposible no adorarlo- nos hacía pensar con sus canciones tejidas de sueños filosóficos en la delicadeza e incomprensión del ser humano frente al mundo feroz que quiere salirse con la suya.

«Soñé que soñar era tan cierto como imaginar».

Su debut en solitario en 1991 supuso el retorno del buen gusto que tanto le caracterizaba. El compositor volvía en estado de gracia con poesía hecha de palabras ingrávidas ensambladas como la maquinaria de un reloj. Pero los ecos de la pena salieron de sus canciones y llegaron hasta su vida personal. Luces y sombras. Mas canciones buenas, pero se dejó llevar a una velocidad de vértigo contrariando las leyes de la naturaleza.

La música despidió a Antonio Vega el 12 de mayo de 2009.

 

 

Si hubiera que buscar un David Bowie entre el «artisteo» musical español, ese sería Tino Casal. Lo tenía todo para proclamarse adalid del glam patrio: era provocador, excesivo, barroco y preocupado por una imagen tan milimétricamente estudiada como obligada, pues artista y personaje conformaban una misma pieza.

«Me odian porque me he adelantado con la chaqueta que ellos pensaban ponerse».

A menudo se frivoliza con Casal, devaluando su verdadero potencial y quedándose solamente en el envoltorio, probablemente porque era un músico muy avanzado para la década de los 80 en España con un estilo y puesta en escena hasta la fecha inédito. Pero detrás de todo ese vestuario ultramoderno y séquito de músicos aporreando sintetizadores, había un creador nato. Su faceta como artista gráfico, productor, escultor, pintor, estilista y diseñador es prácticamente desconocida. Podemos afirmar que era un artista de vanguardia en su totalidad.

Falleció en 1991 a los 41 años en un accidente de coche a las afueras de Madrid.

 

 

Un escalofrío recorrió España cuando el 31 de mayo de 1995 se apagaba la luz a los 33 años de Antonio Flores,  único hijo varón de la también recién fallecida Lola Flores. Antonio no pudo superar la muerte de su madre, conocida afectuosamente en la farándula como La Faraona, y cayó en una profunda depresión. Las consecuencias fueron letales, a los 15 días la dosis de alcohol y barbitúricos palió definitivamente el dolor del compositor. Parecía que la tragedia se había instalado en el clan de los Flores.

Cuando nos dicen que el hijo de un artista famoso va a grabar un disco nos echamos a temblar. Antonio Flores debe de ser uno de los pocos casos en los que no solo no defraudó sino que se erigió como un poeta urbano, sensible y maldito que se codeaba profesionalmente con Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat o el grupo Ketama.

«Tranquila mi vida he roto con el pasado con mil caricias para decirte que siete vidas tiene un gato, seis vidas ya he quemado y la última la quiero vivir a tu lado». 7 Vidas, 1994.

Su primer gran éxito No dudaría, convertido ya en un clásico, es un canto contra la violencia pero fue la publicación del disco Cosas mías en 1994 el que le consagró como uno de los artistas más respetados de nuestro país. A destacar los temas Cuerpo de Mujer y 7 Vidas.

Esta fue su primera actuación musical en televisión:

 

 

Su nombre artístico era Nino Bravo, pero casi nadie sabe que se llamaba Luis Manuel Ferri. Tenía una presencia tan digna y una voz tan poderosa que casi traspasaban la magnitud de sus canciones.

Entre 1969 y abril de 1973, Nino Bravo grabó 60 canciones. Un beso y una flor y Noelia son dos temas inolvidables que no pueden faltar aquí.

«Libre, como el sol cuando amanece yo soy libre como el mar
Libre, como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar». Libre 1972.

Muchos creemos que fué el cantante romántico por excelencia de aquellos años, por encima de sus principales competidores Julio Iglesias y Camilo Sesto.

Nino Bravo perdió la vida al volante de su potente BMW 2800 L blanco el 16 abril de 1973 paradójicamente cuando manipulaba el radio-cassette. En un homenaje póstumo al cantante, Julio Iglesias se acercó al que fuera representante de Nino Bravo y le comentó: «No sabes cuánto lamento que la gran desgracia de Nino vaya a ser mi gran fortuna».

En la actualidad el artista valenciano cuenta con un museo y numerosas referencias en las calles de toda España.

Libre sigue siendo un himno generacional. Los aficionados a la música española lo saben y los no aficionados intuyen al oír la canción el poderío musical del artista.

 

 

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2 thoughts on “El legado de 4 músicos españoles que se fueron demasiado pronto.

  1. Soy argentina, pero Nino traspasó fronteras y se ganó el corazón de los argentinos de la época de mis padres. Gracias a él llevo de segundo nombre «Noelia», lo cual me enorgullece porque tanto como mi papá amo a Nino Bravo y su canción «cartas amarillas» (mi favorita).
    La música española sin dudas es música para nuestros oídos también…
    Gracias por este recuerdo tan emotivo!!!
    Besos, Jaquelina

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