Conciencia para enseñar a aprender mejor.

AprendizajeEsUnTesoro

 

A Ana G. Medialdea no hay quien la pare. Es una suerte contar con ella para el artículo de esta semana, lo sabemos. Apasionada de la playa y ex- deportista profesional, Ana supo con acierto dar un giro a su vida cuando decidió crear C-ARE hace solo tres años logrando en este tiempo una posición aventajada en la escena del «coaching» nacional y destacando como formadora y comunicadora. Su escrito plantea, sitúa y desvela en una misma ecuación términos tan inseparables como necesarios: docencia, aprendizaje, liderazgo, desarrollo personal, confianza o conocimiento.

¡Gracias!

Enseñar y Aprender, dos palabras simples pero no sencillas.

Profesor y Alumno, un equipo de cuya cohesión, conexión y confianza va a depender en gran medida el éxito o el fracaso del proceso de aprendizaje.

Inteligencia Emocional o mejor dicho, desarrollo personal o mejor aún conciencia, algo así como la clave no sólo para llevar el aprendizaje a su máxima expresión, sino también para aprender@vivir@prendiendo y gozar de una vida más plena.

Desde mi punto de vista, enseñar y aprender son posiblemente dos de los aspectos que más influyen y determinan el grado de desarrollo de una sociedad. De ahí que vea desde mi retina, piense desde mi mente y sienta desde mi corazón que la docencia en su sentido más amplio debería ser, y confío que así es en la mayoría de los casos, algo vocacional, admirable y de una responsabilidad incalculable por la repercusión que tiene en el Ser Humano y, en consecuencia, en la sociedad.

Como Coach profesional y formadora, una de las responsabilidades y tareas más importantes que tengo hacia mi misma y muy especialmente hacia cada uno de mis clientes es estar presente con conciencia durante las sesiones de Coaching y las clases, de forma que pueda practicar una escucha activa de lo que me están diciendo pero sobre todo de lo que no me están diciendo y desde ese lugar, desde esa escucha que va más allá de las palabras, plantear preguntas poderosas que lleven a mis clientes a descubrir por ellos mismos.

Tal vez por lo anterior y por el hecho de que Coaching y aprendizaje están íntimamente relacionados, así como por el hecho de que la esencia del Coaching tiene mucho que ver con el “qué”, el “para qué” y el “cómo” nos metemos en materia planteando preguntas y ofreciendo respuestas.

La primera de ellas sería ¿Qué diferencia “enseñar” y “enseñar a aprender”?.
A simple vista la respuesta podría ser un “nada porque no hay diferencia”.

Es entendible porque el matiz es tan sutil que puede pasar desapercibido si no ejercitamos esa conciencia que nombraré en más de una ocasión, por ser la “clave” para que nuestros alumnos nos recuerden como alguien que de alguna forma marcó sus vidas en sentido positivo.

Ese matiz es que enseñar a aprender conlleva una energía de libertad y confianza plena en el Ser Humano. Concretamente, ¿qué quiero decir con esto?

Quiero decir que como profesores entregamos al alumno unos conocimientos pero partiendo de una confianza plena en sus enormes capacidades, le damos la libertad para descubrir y decidir “su cómo”. Es decir, la forma en la que va a integrar esos conocimientos que le estamos aportando ó lo que es lo mismo, la libertad de ejercer la forma en la que aprende.

Otro aspecto que no debemos olvidar si realmente queremos enseñar a aprender es poner nuestro foco en que ese aprendizaje sea fundamentalmente experiencial y desde el disfrute. Ya lo dijo Confucio hace 2500 años: “Dímelo y lo olvidaré. Enséñamelo y quizás lo recuerde. Házmelo vivir y aprenderé”.

La segunda de nuestras preguntas sería, ¿Para qué enseñar a aprender mejor?.
Para algo tan grandioso como es contribuir a crear una sociedad mejor con personas más formadas intelectualmente pero sobre todo más seguras de sí mismas, más motivadas, con más capacidad de liderazgo, con más claridad a la hora dar sentido a sus vidas, con una mayor capacidad de gestionar sus emociones y la de los demás. En definitiva, una sociedad con personas más felices.

Es por ello por lo que tengo el pleno convencimiento de que la educación y la formación son la mejor herencia que podemos dejar a niños y jóvenes. Ellos son los adultos de mañana y pueden crear un mundo mejor.

La tercera y última de nuestras preguntas sería, ¿Cómo enseñar a aprender mejor?.
La respuesta a esta cuestión me daría para escribir un libro. Mientras llega ese momento voy a dar unas pinceladas básicas.

Existen dos premisas fundamentales. La primera es que “toda persona es única” y la segunda es que “todo empieza en uno mismo”.

Por tanto si queremos enseñar a aprender mejor es absolutamente necesario hacerlo desde la inteligencia emocional o como decía antes, desde nuestro desarrollo personal y más concretamente, desde nuestra toma de conciencia de quienes somos para posteriormente poder tomar conciencia de quienes son nuestros alumnos.

La explicación es sencilla: para enseñar a aprender mejor es necesario transmitir a nuestros alumnos una gran dosis de motivación, transmitirles que confiamos en ellos, que los valoramos por lo que son, que son capaces de conseguir lo que se propongan y que el resultado de ese aprendizaje va a ser positivo para ellos.

Lo anterior unido a la primera premisa que dice que toda persona es única, significa que no podemos hacerlo tratando a todos nuestros alumnos por igual porque cada uno tiene unas necesidades, una forma de aprender, una forma de procesar, una forma de crear, una forma de motivarse y una forma de comunicarse. En definitiva, cada uno tiene su quién.

Por tanto, como profesores tenemos que ser capaces de ver y conocer a nuestros alumnos más allá de lo que se ve a simple vista, pero eso sólo es posible si primero hemos hecho ese trabajo con nosotros mismos, porque recuerda que “todo empieza en uno mismo”. Eso es la inteligencia emocional, el desarrollo personal y la conciencia: hacer un viaje a nuestro interior para conocernos, para confiar en nosotros, para valorarnos, para conocer nuestras fortalezas y potenciarlas, para conocer nuestras debilidades y minimizarlas y para gestionar nuestras emociones. Sólo así podremos conocer a nuestros alumnos, confiar en ellos, valorarlos, ayudarles tanto a maximizar sus fortalezas como a minimizar sus debilidades y gestionar sus emociones. Y desde ahí construir ese tándem profesor-alumno cohesionado y exitoso.

Un líder con mayúsculas es la persona capaz de inspirar y asociar a los demás a un sueño, a un objetivo, a una meta, a un proyecto, a una acción y sobre todo a un aprendizaje. Por eso y por el valor añadido que aporta a las personas y a la sociedad, “un profesor es un líder con mayúsculas”.

Gracias de corazón a todos los profesores que cada día contribuyen a un mundo mejor.
Gracias a ti por dedicarme tu tiempo.
Y por supuesto, gracias a Syllabus por enseñar a aprender mejor desde la conciencia de quién es y cuál es su para qué.

¡ENTRE TODOS PODEMOS CO-CREAR UNA COMUNICAD EDUCATIVA TRANSFORMADORA PARA UN MUNDO MEJOR!

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